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En este blog se lleva el papel

El libro de Soft Power ya está en las librerías. De momento en Bilbao, Iruña, Sevilla, León y Madrid y proximamente en más puntos de la geografía hispano-hablante. Más adelante estará disponible desde la (nueva) Se puede descargar gratuitamente desde la nueva web de la editorial consonni, que inaugura con este libro su colección Beste. En la web de Soft Power iremos actualizando información sobre los puntos de venta, la descarga (free, como en barra libre) y las presentaciones. Es la primera vez que tengo el gustazo de cerrar un proyecto con una publicación. Me hace tanta ilusión que no dejo que se me note. 

Este proyecto no existiría sin el impulso inicial de Proyecto Amarika Proiektua, desparecido el pasado mes de diciembre debido a la ignorancia y la falta de apoyo de los poderes públicos. Soft Power nació y maduró en una situación de dichosa excepcionalidad en la gestión de la cultura. Que el libro salga justo ahora me emociona y me entristece por igual.

Maria Ptqk (Ed.)
Con obras y textos de: Beatriz Preciado, Boryana Rossa, Bureau d´Études, Critical Art Ensemble, Erwin Wagenhofer, Ignacio Mendiola, Itziar Ziga, Lucía Puenzo, Marianela Ruiz León, Marie-Monique Robin, Rachel Mayeri, Sally Gutierres, subRosa, Vandana Shiva, Walter Mignolo.
Diseño gráfico: Susanne Probst.
Edita: consonni, colección Beste.

También estos días se presenta en Berlin un libro colectivo en el que he participado: "Mountainislandglaciar". La propuesta de los editores, inspirada por la explosión del volcán islandés, era que escribiéramos algo sobre Europa. Pero el plazo de entrega era a finales de mayo. De mayo de 2011. Mi texto se llama "Macho alfa y acampad@s en beta" y fue escrito, o más bien habría que decir aporreado, durante aquellos mismos días. Se puede descargar aquí. Como veis en la lista de contribuciones, estoy muy bien acompañada.


Carlos Fernåndez-Pello, Javier Fresneda, Eduardo Hurtado, Regina de Miguel, Antonio R. Montesinos, Lorenzo Sandoval (Eds.)
Con contribuciones de Pavla Ascher, Santiago Eraso, Juan Freire, Emanuele Guidi, John Holten, Nicolas Malevé, Markus Miesson, Laurence Rassel, Alan Pauls, Maria Ptqk, Urzsula Wozniak.
Publicado por Broken Dimanche Press, Berlin, 2011.
Versión bilingüe.

Pero hay más. Hace apenas un mes se ha presentado "Radio de acción", una publicación dirigida por Juan Canela en la que he colaborado con el artista egipcio Mohamed Abdelkarim. Nuestra contribución se titula "Alhagez", que en árabe significa barrera, y es un intento de llevar a imágenes y texto el cúmulo de informaciones contradictorias sobre las revueltas en Oriente Medio que recibimos cada día a través de los medios de (des)comunicación.

Juan Canela (Ed.)
Participantes: Mohamed Abdelkarim, Priscila Fernandes, Antonio Gagliano, Núria Güell, Juan López, Catalina Lozano, María Ptqk, Carlos Valverde, Javier Villa, Adnan Yildiz.
Diseño: Priscila Clementti.
Publica: Espacio Abisal.

Esto es todo desde el trópico (lo digo por mi casa, que tengo la calefacción a tope). Y no creais a los gurús de la electrónica de consumo: el papel dura más. Y se puede comer.

Je suis venue te dire que je m´en vais

Como Gainsbourg, yo también vengo a deciros que me voy. Pero sólo un rato. Llevo varios meses enfrascada en la edición del libro recopilatorio de Soft Power, que deberá entrar a imprenta justo después de navidad. 




















La brillante idea de combinar la ansiedad que de por sí dan esas fiestas con la que te provoca cerrar la edición de un libro, sobre todo si es la primera vez, no se me ha ocurrido a mí. Son cosas del Departamento de Cultura del Gobierno Vasco, que responde a las convocatorias de subvenciones en pleno mes de agosto, te entrega el dinero (sólo una parte) a mediados de noviembre y te exige que concluyas el asunto en enero. Ellos dicen que es por cuestiones de burocracia; yo estoy convencida de que es una forma de volver a seleccionar a los solicitantes por su capacidad de resistencia y gestión del equilibrio psico-emocional. 

Que coincida con navidad es aún más jodido en el caso de este libro, pues está lleno de referencias a la industria de la alimentación que, como sabeis, cría a las vacas en sus propias heces, ceba a los pollitos con hormonas que les hacen crecer tanto las pechugas que se arrastran por el suelo y, en general, nos está envenenando lentamente con un montón de porquerías. 

El libro será algo entre un catálogo de los proyectos presentados - con sus textos, sus imágenes y en algunos casos, re-ediciones de los materiales gráficos - y una recopilación de textos breves de gente que ha participado o han sido una influencia de peso para el proyecto. El diseño y la maquetación los hace Susanne Probst. La publicación y posterior distribución corren a cargo de la productora de arte consonni. El libro se podrá descargar online y comprar en las tiendas. 

Así que, salvo que me dé un brote de madrugada, probablemente el próximo post será para decir que el libro ya existe, que pesa, que huele y se puede tocar, y que está lleno de errores de los que (espero) sólo me dé cuenta yo. Os deseo unas felices fiestas.

Henrietta Lacks aka HeLa

La versión corta es que HeLa -se pronuncia Jiii Lah- es la línea celular más famosa del mundo, una de las más usadas en investigación biomédica y posiblemente la que más beneficios ha generado para el sector en los últimos 60 años. La versión extendida es menos científica y tiene nombre propio: Henrietta Lacks.



Nacida en una plantación de tabaco en la Virginia de los años veinte, Henrietta Lacks murió de cáncer en 1951, meses despues de que le fuera extirpada del cuello del útero una sección de tejido cancerígeno. Ese tejido es el origen de la línea celular HeLa, cuya excepcionalidad se debe a una razón sencilla: se reproduce por sí misma a una velocidad espectacular. Durante los años siguientes a la muerte de Henrietta, sus células fueron enviadas a todos los rincones del mundo, marcando el inicio del cultivo y la comercialización celular a escala industrial (desde los años cincuenta se han producido 50 millones de toneladas y su manipulación está en el origen de unas 17.000 patentes de productos farmacéuticos). La familia Lacks no tuvo noticia de todo esto hasta 1976, a raíz de un artículo publicado en la revista Rolling Stone.

En la aventura de Henrietta y sus células inmortales confluyen la historia de la esclavitud y las políticas raciales y sanitarias de los Estados Unidos -con sus hospitales solo para negros, sus experimentos médicos desaparecidos de los archivos- y los grandes nombres (personales y corporativos) de la investigación genética de las últimas décadas. Todo ello salpimentado de juicios sobre propiedad intelectual, estafas, convenciones de bio-ética, portadas de periódicos, tragedias familiares, muchas cifras -cifras de negocio, cifras de audiencia- y, de fondo, como escenario permanente, la cara B de la sociedad norteamericana: ese tercio de la población sin derecho a educación, asistencia sanitaria o cobertura legal que vive por debajo de lo que las estadísticas llaman “umbral de la pobreza”.

Adam Curtis le dedicó uno de sus documentales en los noventa: “The Way of All Flesh” (disponible para descarga). Pero el verdadero boom fue el año pasado con la publicación de “The Inmortal Life of Henrietta Lacks”, escrito por la periodista Rebeca Skloot tras una década de investigación, y sobre el que se prepara (ya) una película producida por Oprah Winfrey y Alan Ball para la HBO. Skloot ha creado una fundación para financiar becas de estudio y cobertura sanitaria a los descendientes de Henrietta.

Histeria, vibradores y la mística del pene duro



En 1999 la historiadora Rachel P. Maines escribió un libro tan valiente sobre el orgasmo femenino que le costó su puesto en la universidad. En realidad, tampoco era para tanto. Sólo relataba, amparada en abundante documentación científica, el modo en que la comunidad médica negó durante varios siglos la importancia el clítoris en la sexualidad de las mujeres y el papel que, en este fraude científico, jugó una enfermedad confusa que todavía hoy conocemos con el nombre de histeria.

El libro en cuestión, con el que Maines salió de la academia para entrar en la historia del ensayo feminista, y que once años después de su publicación acaba de ver la luz en castellano en la editorial milrazones, es "La tecnología del orgasmo. La histeria, los vibradores y la satisfacción sexual de las mujeres", un recorrido por la genealogía del vibrador y su problemática relación con el modelo de sexualidad androcéntrica.

Según los registros de la historia médica, las primeras máquinas vibradoras aparecieron en los gabinetes médicos en la segunda mitad del XIX para tratar a las mujeres con problemas de nervios, apatía, anorexia, frigidez y una extensa colección de patologías englobadas bajo el oscuro paraguas de la histeria. Algunos textos del Renacimiento ya incluían indicios de que los “masajes rítmicos en la zona vulvar” aliviaban el malestar psicológico de muchas mujeres pero los especialistas médicos se resistían a aplicarlos argumentando que, además de “tediosos y difíciles de aprender”, les exigían “demasiado tiempo”. Durante siglos, the job nobody wanted, como lo llama Maines, recayó en las comadronas a las que, por su condición de subalternas, se les atribuían las tareas que sus superiores varones no tenían tiempo o ganas de realizar.

>> Seguir leyendo en Pikara Magazine.


Quien visite Berlin antes del próximo 9 de enero todavía tendrá tiempo de ver en la Martin-Gropius-Bau una muestra tan ambiciosa como su título, que en castellano significa nada más y nada menos que (atención, trompetas): “Conocimiento del mundo. 300 años de ciencia en Berlin”.

Welt Wissen, como se llama en alemán, es una exposición divulgativa para el neófito que disfruta picoteando aquí y allá o el turista que no quiere pasar la tarde en la calle chupando frío; generosa para el fetichista o el especialista, ya que muestra algunas piezas y documentos a los que de otra forma no se tiene acceso; y superficial para cualquiera que se acerque a ella con ganas de comprender el punto de vista desde el que se aborda el asunto. Es una de esas exposiciones nutridas, entretenidas, recomendables pero de compromiso (de hecho constituye uno de los platos fuertes del Año de la Ciencia en Berlin). Como espíritu inquieto e info-adicto, a mí me dejó poco satisfecha; como neófita y fetichista, bastante satisfecha; y altamente satisfecha como friolera crónica, porque esos días rondábamos los 10 grados bajo cero y dentro hacía tanto calor que tuve que quitarme los segundos calcetines.

La muestra se divide en dos secciones: una, dedicada a la historia de la ciencia en la capital alemana desde el siglo XVIII; otra, a las diferentes tareas que implica el conocimiento científico. Aunque una de ellas, con su sala correspondiente, era justo la de colaboración e intercambio de información -y lo dejaba clarísimo el texto: fundamental para el progreso de cualquier tipo de saber-, si quieres tomar fotografías tienes que hacerlo cuando no miran los guardas, porque está prohibido. La sala en cuestión presentaba algunos proyectos interesantes pero inofensivos, como la biblioteca digital de la escritura cuneiforme, el archivo digital de literatura latina Corpus Scriptorum Latinorum o el repositorio online de patrimonio cultural europeo Europeana (en el que, por cierto, se puede ver el contenido del que desde hace unos días es el libro más caro del mundo, vendido en Sotheby´s por 10 millones de dólares: “The Birds of America” de John James Audubon). Sobre el impacto de las patentes y la propiedad intelectual en el desarrollo del conocimiento científico, ni mención: no sabe / no contesta.



Mi yo fetichista se sintió especialmente complacido, sin embargo, además de por las decenas de libracos antiquísimos y hermosísimos, por las películas del cirujano Ferdinand Sauerbruch, encargado de investigar las prótesis de brazos y manos para los mutilados de la primera gran guerra y de promover su implantación social en la Alemania de los años veinte. “Vean, vean, con qué destreza un joven lisiado enciende un cigarrillo, escribe una carta de amor a su novia y vierte agua de un cubo a otro”. Y lo ves, efectivamente, moviendo con una agilidad de verdad asombrosa esos brazos y dedos de madera que en su Manifiesto contra-sexual Beatriz Preciado analiza como la antesala del cyborg, cuando la máquina no sólo prolonga la carne sino que empieza a volverse carne misma.

Con la miel en los labios pero igualmente sobre-excitada, me quedé con una fotografía del matrimonio de neurólogos Cécile y Oscar Vogt, famosos por haber sido los destinatarios del pedazito de cerebro de Lenin que se envió de Moscú a Berlin para que los mejores especialistas de la época demostraran que era realmente un genio (una historia rocambolesca que mezcla la idolatría religiosa que despertaba el cadáver del viejo líder con el gusto por las intrigas políticas del camarada Stalin, y cuyos detalles salieron a la luz con la apertura de los archivos de la antigua Unión Soviética a principios de la década de los 90).

Por su parte, la sección dedicada a los años del nazismo elude el marrón, como de costumbre pero esta vez con un recurso aún más sorprendente: durante aquella época no hubo ciencia propiamente dicha, por lo cuál se evita hacer cualquier alusión a los experimentos quirúrgicos con prisioneros, los programas de exterminación de enfermos mentales, la persecución de científicos judíos o disidentes, la implantación de la ideología eugénica en todos los hospitales y centros de investigación del Tercer Reich o el recurso a argumentos “científicos” para justificar la puesta en marcha de la Solución Final. Como todo el mundo sabe, eso no forma parte de la historia de la ciencia del siglo XX. Para que el visitante se haga una idea de lo malas personas y peores científicos que eran los alemanes entonces (y que no cante tanto), se presentan dos tipos de documentos: fotografías de quema de libros (oh, los muy criminales) e imágenes de algunos de los 385 Rheinlandbastarde (niños nacidos de la unión de mujeres alemanas con soldados extranjeros durante la primera guerra) que bajo el régimen nacional-socialista fueron buscados y sometidos a esterilizació forzosa (385, qué barbaridad, y encima niños).

Bueno, los que leen habitualmente este blog ya saben que su autora es una cascarrabias pero que en realidad se lo pasa como una enana allá donde va. Lo mejor: me llevé una buena colección de imágenes robadas para mi animalario, mi herbolario y mi gabinete macabro (los tres en construcción). Algunas de las que ilustran este post son de otra exposición, la permanente del Museo de Historia Natural de Berlin; allí también está prohibido hacer fotos pero tiene mejor iluminación y unos guardas mucho más vagos.

La ciencia(ficción) como dramatización política

A raíz de algunas lecturas, comentarios y conversaciones de bar en torno a lo que vengo llamando “mis problemas con el cánon de la ciencia-ficción”.


Anatomía de un caballo en Egipto, siglo XV (Biblioteca de la Universidad de Istambul)

La colonización del pasado: las palmeras

"Cuando crece al borde del agua, [la palmera] se llama k̄ari´a; la palmera precoz que da dátiles siendo todavía muy joven se llama mahtajina, y la muhajjna es el árbol hembra fecundado por vez primera por el polen de la palmera macho. Si da frutos en años alternos se llama sanh̄a´; si los dátiles caen, todavía verdes, cuando están empezando a madurar (busr), el árbol es una khaḍïra; si la parte baja del tronco presenta flecos deshilachados y la base de las ramas (karab) pierde la corteza, el árbol es un ṣunb̄ur (palmera vieja que da pocos frutos); si se inclina y hay que apuntalarla, la palmera es rujabiyya; si crece aislada de demás palmeras toma el nombre de ´aw̄ana. Cuando la palmera es todavía un mero brote se llama fas̄ila o wadiyya (brote joven de palmera). Cuando tiene tronco (jidh´), ha terminado su desarrollo y da frutos es jabb̅ara, y cuando es muy alto se llama raqla o ´ayd̅an."

Esta descripción proviene del "Fiqh al-Lugha", un texto árabe del siglo X que aparece referenciado en la “Historia General de las Ciencias” editada René Taton cuando ocupada el puesto de director del Centro Nacional de Investigación Científica de París, en la década de los sesenta. El extracto pertenece al capítulo dedicado a la ciencia medieval y, en concreto al papel inestimable que jugaron los intelectuales árabes en la difusión de los textos griegos que con ayuda de algunos términos siriacos intermedios tradujeron al latín. Estas traducciones, enriquecidas por (e interpretadas desde) la exuberancia de la lengua árabe, serán después recuperadas por los pensadores del Renacimiento para entrar a formar parte de los pilares de lo que hoy conocemos como ciencia moderna. Un trabajo que, según Taton, no fue estrictamente filológico, sino que “a menudo dió también motivo a investigaciones muy favorables para el desarrollo del espíritu científico: la identificación y verificación de conceptos”.


"Kitab al-Nabat" (Book of Plants) de Abū Ḥanīfa Dīnawarī (d.895 A.D)

Cuando compré la obra de Taton (por 7€ en un mercadillo, en una edición ochentera de 18 tomos con tapa dura, bastante fea) alguien me preguntó qué sentido tiene leer una historia de la ciencia escrita hace más de cuarenta años. La pregunta me sorprendió porque la respuesta me parece obvia. La historia (la Historia) no es una disciplina preocupada por contarnos lo que ha ocurrido en el pasado sino el modo en que nos contamos a nosotros mismos lo que ocurrió. Los relatos -mitificadores, fundacionales- sobre cómo hemos llegado a ser la civilización científicamente más avanzada de la historia de la humanidad son los mismos hoy que hace cuarenta años: la filosofía griega, la medicina alejandrina, la teología medieval, el alumbramiento renacentista, el racionalismo ilustrado, el descubrimiento del magnetismo y la invención de la electricidad, la teoría de la evolución, los rayos X, el psicoanálisis (¿el psicoanálisis?), la teoría de la relatividad, la bomba atómica, la cibernética, la genética, la computación. Toda historia es historiografía. Además de los contenidos, es interesante fijarse en el modo en que están presentados: todo -desde la organización cronológica y la ordenación de los capítulos hasta los registros de lenguaje, las referencias bibliográficas y las ilustraciones- nos habla de cómo nos hablamos, de cómo interpretamos el pasado y nos proyectamos hacia el futuro. Toda historia es narración, producción de ficciones concatenadas.

La descolonización del futuro: el mahdi

Otro texto: un breve ensayo del profesor en teoría poscolonial Salman Sayyid, publicado en la recopilación “Suturas y fragmentos. Cuerpos y territorios en la ciencia-ficción” (editada por el colectivo belga Constant vzw en 2004). En él, el autor nos propone una visión peculiar de la mitología política contenida en un clásico de la ciencia-ficción popular, la novela de Frank Herbert, “Dune”: cuando Paul Atreides, aclamado por los nativos del desierto del planeta Arrakis, proclama “Ustedes dicen que yo soy el mahdi, yo les digo que soy su duque”.

Dune es una obra influenciada por la estética del orientalismo. Según esta estética -que como toda estética incluye también una política- por un lado está el universo occidental, conocido y civilizado, aquél a partir del cuál se articula todo lo demás; y por otro, el universo oriental y más precisamente islámico: desconocido, exótico y hostil y cuya existencia se define en relación a y por oposición al anterior, que constituye el modelo de referencia. Esta estructura binaria preserva la relación etnocéntrica convencional: There is the West and there is the Rest. En este sentido, el universo de Dune, y la idea de futuro contenida en él, no propone nada nuevo: incluye el Islam, pero como herencia estática y subordinada, “como un mundo renacentista marcado por un legado islamizado del que reniega”.



Sin embargo, la dialectica entre la figura del mahdi y la del duque introduce un matiz, que Syyid interpreta como una posibilidad de ruptura con el orden establecido. El mahdi (دي “aquél a quien guía lo divino”) es una categoría del ordenamiento político islámico que rompe con todas aquellas jerarquías que no tengan su orígen en la virtud. El duque, por el contrario, denota un tipo de autoridad política propia de la organización feudal, basada en la ostentación de privilegios transmitidos por vía hereditaria al margen de los valores intrínsecos, éticos o morales de la persona a la que se otorgan. Mientras que la de duque es una posición mundana o terrenal, la del mahdi es de carácter, no sólo divino, sino mesiánico. Para Sayyid, la referencia a lo mesiánico, como categoría propia de lo trascendente (lo que va más allá), hace entrar al mundo islámico en la Historia y por tanto en el futuro, puesto que lo sitúa ante la posibilidad de participar de forma activa en la transformación del mundo pero también, y más importante, en las narrativas autorizadas de esas transformaciones. El mahdi surge así como figura transaccional que hace posible la restitución de la Historia a un pueblo históricamente privado de ella. El Dune de Herbert contendría entonces una subversión de la dramatización política contenida en la ciencia-ficción popular que invertiría la visión colonial de la Historia.

La recolonización del presente: el duque

Pero Atreides, ya lo hemos dicho, rechaza el título de mahdi, eliminando así la posibilidad de emancipación histórica del pueblo árabe y devolviendo el mundo de Dune a la lógica de lo colonial o más bien, de lo re-colonizado. El Islam es relegado al ciclo de la narración orientalista en la que sólo es posible imaginar un horizonte de transformación política en el marco de los registros señalados como occidentales. “Es interesante notar”, continúa Sayyid, “que en el vocabulario de la “guerra contra el terrorismo”, una de las partes se refiere al conflicto en términos cosmológicos: civilización, libertad, etc., mientras que la otra -a la que a menudo se critica que esté motivada por razones exclusivamente cosmológicas- habla en términos políticos concretos, como el fin de la ocupación israelí, del apoyo de Occidente a tiranos musulmanes, etc.”.

En su opinión, lo que el gesto de Atreides sugiere es que siempre “es preferible ser un soberano de segundo rango occidental a ser una figura no occidental, aún cuando esta pueda tener significación en el futuro del universo. [...] El coste de privilegiar al duque sobre el mahdi quiere decir, por supuesto, preferir el status quo a la posibilidad de un futuro más prometedor, pero en la era del consenso neoliberal, la falta de voluntad de los productores de Dune de pagar ese precio no debería sorprendernos. La consecuencia de todo lo expuesto es que la ciencia-ficción popular sigue retrasando la descolonización del futuro”.

Laboratorio feminista ciberpunk



Lo de arriba (que se puede ver ampliado aquí) es mi respuesta a la invitación de la Mediateca del MUSAC a participar en las jornadas sobre software libre, arte y mujer que tuvieron lugar el pasado 12 de noviembre. Algunas precisiones:

En el esquema se me olvidó dibujar lo más importante: frente a la dicotomía software libre / mujer, me interesa más proponer otra: ética hacker / feminismo. A partir de aquí, planteo la pregunta de si es posible pensar en una ética hacker feminista y, en caso afirmativo, cuáles serían sus características, las más importantes de las cuáles, para mí son: el compromiso con el dominio publico y la idea de procomún; la relación con la comunidad; y la dimensión contra-cultural de la filosofía del software libre y la ética hacker (y digo contra-cultural en todos los sentidos de la palabra).

La reflexión se articula en torno a la idea de conocimiento autorizado: si la historia de la ciencia es (también) la historia de la legitimación de ciertas formas, ciertos canales y ciertos agentes de producción de saberes, me pregunto cómo desde el feminismo podemos proponer -y legitimar- otras formas, otros canales y otros agentes (subversivos, contra-culturales, emancipatorios). Es en definitiva, una reflexión sobre el modo en que se construye el conocimiento hegemónico y la posibilidad de formular tácticas de acción politica feminista en un entorno como el tecno-científico, abiertamente blanco, racionalizante y patriarcal. Frente al conocimiento autorizado, el pensamiento feminista dice: conocimiento situado, un concepto sacado de los escritos de Faith Wilding, que se opone al aislamiento del objeto de estudio y propone ponerlo a dialogar con otros parámetros y niveles de realidad (quién piensa, cómo, dónde, cuándo y para qué).

El esquema no incluye temas obvios como la relación entre género y sociedad del conocimiento o la presencia de mujeres en los equipos de programación. La razón es que me tocaba hablar en tercer lugar, después de dos personas que lo iban a explicar mucho mejor que yo: Carmen Castro, economista, activista del software libre especializada en políticas de género y autora de Sin Género de Dudas; y Miriam Ruiz, desarrolladora de Debian, editora de Barrapunto y asesora en temas relacionados con el software libre del Principado de Asturias. Lo mío puede ser leído como una nota a pie de página a sus presentaciones.

Empecé a trabajar sobre la intersección entre género y tecnología creo que en el año 2004, de modo que este esquema recoge algunas reflexiones que, o bien no había abordado entonces, o bien las he ido tratando de manera desordenada, entre conferencias, artículos, posts y demás. Para completarlo, recomiendo:
El programa de EnRE/Dades, géneros en red y acciones ciberfeministas, que organicé en Barcelona en 2004.
Los materiales del taller de ciberfeminismo que impartí en el Feministaldia 2005 y para Emakumeak en 2006.
El texto “Chúpame el código 2.0” publicado en la revista Zehar en 2007.
El texto “Notes on the Knowledge Economy from Cyberfeminism” , festival City of Woman de Ljubljana 2008.
El post “El deporte olímpico del e-waste” sobre la basura electrónica.
El post “¿Por qué las mujeres son como los pollos y los pollos como las mujeres?” sobre el trabajo de subRosa.
El post “Las políticas del cuerpo cibernético” sobre el trabajo de Beatriz Preciado en “Testo Yonki”.
La recopilación de textos históricos del ciberfeminismo de Mujeres en Red.

Me he vuelto necrófila


Imagen del archivo de "Visible Human Project", la primera computación íntegra, anatómica y tridimensional de un cadáver, cortesía de la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos.

Antes de que empiece a mono-bloguear sobre Soft Power (el programa de la edición 2010 ya está en línea, lo habeis visto, lo habeis visto?), una confesión, lo del título: que me he vuelto necrófila. Mi nueva obsesión se ha plasmado en el texto "Mirar un cadáver", un paseo guiado (y eminentemente macabro) por el catálogo de la distribuidora de vídeo arte Hamaca. Y es que empiezas subrayando textos de Donna Haraway y no sábes dónde acabas.

Mirar un cadáver

Los animales, cuando mueren -y lo hacen en cualquier parte: en la cazuela, en el parachoques, en la suela de los zapatos- son muertos sin más: un centollo muerto, un pájaro muerto, un caracol muerto; pero muertos a secas, muertos sin categoría. El ser humano, sin embargo, adquiere con la muerte una condición privilegiada: la de cadáver. La temática del cadáver ha sido ampliamente tratada en el mundo del arte, la literatura, el cine; ha inspirado géneros musicales, tribus urbanas y prácticas de sexualidad extrema. Pero nuestra relación con él sigue marcada por el afán de eliminarlo. Desde las civilizaciones ancestrales hasta hoy, han evolucionado las técnicas, la maquinaria administrativa, ligeramente los rituales, pero poco más. Toda la cultura mortuoria occidental está organizada en torno a un único objetivo. Liquidar el recuerdo de ese sí o sí de la vida que es su finitud, borrando los rastros de su manifestación más grosera: el cuerpo inerte de los que han pasado al otro lado.

Recorro el catálogo de Hamaca como un detective: buscando fiambres, o más exactamente, buscando desentrañar las distintas estrategias de tratamiento visual de los mismos. Si las más extendidas son de orden ritual, ficcional y administrativo, con el avance de las modernas tecnologías de visualización biomédica -mecánicas, radiológicas, analógicas y finalmente digitales- el cadáver, como veremos, comienza a desprenderse de sus condiciones de materialidad para transformarse en archivo de datos. [Seguir leyendo]

En el principio fue Norbert Wiener

Hace exactamente 4 años, uno de los textos que escribí para uno de los doctorados que no he acabado nunca empezaba con una cita de Norbert Wiener, el papá de un concepto fundacional de toda una forma de entender nuestra relación con la tecnología. Un concepto que hoy suena a pantallas negras, MS-DOS y web sin metalinks, pero que nos hizo soñar tanto y tan bonito. Me refiero a la cibernética. Ya sé, soy una romántica, venir con esto ahora que lo que mola son los fenómenos emergentes es un anacronismo. Me da igual (y además, lenguajes aparte, ambas cosas están muy relacionadas).

La referencia a Wiener la saqué de un texto de Xabier Barandiarán, que era uno de los miembros del difunto e irrepetible Metabolik, el laboratorio hacker de Leioa. Xabier hablaba también de Donna Haraway, su teoría del cyborg, la arquitectura de los protocolos de información y la textura inevitablemente política del código informático como una gramática, como un sistema de signos. El texto se titulaba “Activismo digital y telemático. Poder y contrapoder en el ciberespacio. v.1.1” y todavía es una lectura 100% recomendable (y no sólo con interés arqueológico). Digo esto porque el mundo del que hablo ya no existe, se lo han tragado la dos-punto-cero, las redes sociales y la democratización (sic) del acceso a la tecnología, pero lo que se decía y escribía en aquellos canales IRC y aquellas listas de correo, sigue siendo imprescindible para comprender con cierta profundidad eso que llamamos sociedad del conocimiento (ya he avisado que me iba a poner vieja rockera).


Era de esperar pero me ha emocionado igual: el capítulo 6º de “El Siglo de la Biotecnología” de Jeremy Rifkin está dedicado a la cibernética y en concreto al proceso de mimetización entre el lenguaje de los ordenadores y el de la biología. Ambos se crearon aproximadamente en la misma época y se inspiraban mutuamente. Si Internet, con sus ramificaciones mutantes e inteligencias conectadas, se parece tanto a un sistema vivo, es porque la cibernética como lenguaje surgió a la vez que las modernas teorías sobre el funcionamiento de los organismos. Las metáforas y las palabras utilizadas para explicar ambos fenómenos son contemporáneas.
En 1953, siete años después de que unos ingenieros pusieran en marcha el primer ordenador que funcionó en la Universidad de Pennsylvania -el ENIAC- James Watson y Francios Crick anunciaron que habían descubierto la doble hélice del ADN, abriendo así la puerta a los secretos del mundo interno de la biología. Con metáforas y expresiones tomadas del nuevo campo de la cibernética y de las ciencias de la información, aún en ciernes, hablaron de la naturaleza helicoidal de los genes como de un código, programado con una información química que había que descifrar.
Rifkin parece sugerir que la influencia fue unilateral, del lenguaje cibernético hacia el biológico. Personalmente lo dudo porque es imposible saber en qué momento histórico exacto se genera una idea y la forma de expresarla. Me parece más prudente pensar que simplemente ambos grupos de conceptos surgieron a la vez, influyéndose el uno al otro. En cualquier caso, es a partir de ese momento cuando empieza a arraigar la idea de que la realidad no es una concatenación lineal de sucesos causales (a provoca b) como se pensaba desde la Ilustración sino una interacción dinámica entre elementos cambiantes. Por primera vez se empieza a pensar el mundo como un conjunto de sistemas de flujos integrados, que es precisamente como funcionan los organismos vivos y los ordenadores.

En el caso de la biología, este nuevo universo semántico tuvo una consecuencia concreta, también de orden semántico, pero no sólo. Hasta entonces para describir la actividad de los organismos los biólogos hablaban de “comportamiento” pero a partir de la emergencia de la cibernética empezaron a hablar de “rendimiento”. La diferencia es notable: no es lo mismo decir que algo “se comporta de manera x” que decir que “tiene un rendimiento x”. Mientras que comportamiento es una palabra descriptiva, rendimiento (que viene de la ingeniería) es un término valorativo, que introduce un juicio en términos de eficacia.

¿A dónde voy? A raiz de Soft Power estoy leyendo muchos textos científicos. Y claro, lo hago desde una perspectiva que no es la del hombre de ciencias ortodoxo sino la de la crítica cultural. La ciencia está convencida de que su manera de contar el mundo es absolutamente objetiva. Ya sabemos que no, que los proyectos de investigación cuestan mucho dinero y que sólo por eso, la decisión de qué se investiga y qué no, y en qué dirección (para probar qué cosas) está muy condicionada por las fuentes de financiación. Si te paga Bayer, más te vale encontrar algo que pueda comercializar, por poner un ejemplo idiota. Sabemos que la ciencia tiene, como todos los campos de saber, su contexto histórico, social, ideológico.

Pero es que además está el problema del lenguaje. Sólo podemos pensar lo que podemos imaginar y sólo podemos imaginar a partir del sistema de representación que ya tenemos. Cuando leo textos científicos me sorprende la fé casi religiosa con la que usan las palabras, como si un término pudiera contener completamente la realidad a la que se refiere. Es un debate filosófico (y poético) antiguo, pero al parecer la mayoría de los científicos que van por ahí describiendo el mundo lo desconocen. El problema es que los hombres de ciencia tienen mucho más poder que los filósofos que, a lo sumo, acaban dando clases de metafísica o si tienen suerte y mucho empeño, escribiendo algún libro que sólo leerán sus compañeros.

El libro de Rifkin está muy bien como introducción al biotech. Contiene muchísima información útil sobre lo que se está haciendo ahora en los laboratorios y sobre la génesis de la mentalidad biotecno-determinista. Sólo le falla que el hombre es un conservador que tiene la desvergüenza de no citar ni una sola vez a Donna Haraway que, junto con Wiener, es la otra referencia de cabecera para pensar el nuevo cyborg. Es una pena. Y ahora sí, me voy a tomar una cerveza.

El dibujo es de Jon Mikel, el participante más joven del taller de ingeniería celular do it yourself que hicieron las subRosa en Soft Power.
Publicado en Zehar #66 (Arteleku) en enero de 2010.


"The Farm" de Alexis Rockman en la exposición "Paradise Now: Picturing the Genetic Revolution".

(...) Mirar a la ciencia desde la no-ciencia (ya sea desde esas hijas bastardas del racionalismo que son las ciencias sociales o desde el propio arte entendido como laboratorio del imaginario) parece ser una parada inevitable del pensamiento como práctica situada y política. “Soft Power” se ubica abiertamente en ese intersticio entre disciplinas pero su enfoque dista mucho de los que tradicionalmente se encuentran en las categorías del bioarte o el sci-art que, a pesar de su juventud y de la limitación inherente a cualquier etiqueta, poseen ya su historia, sus héroes y sus padrinos. Durante toda la década de los noventa y especialmente desde el famoso conejo fluorescente de Eduardo Kac, el bioarte se ha caracterizado por una perspectiva a-crítica y celebratoria travestida de divulgación, fundamentalmente literal (grandes fotografías de células o proteínas), espectacular (como “la creación de una chaqueta de piel realizada con las células de una vaca que aún no ha nacido”) y plagado de eslóganes solemnes (como ”Gracias a la ingeniería genética los seres humanos podremos vivir 150 años”). El resultado es lo que Jacqueline Stevens llama la narrativa genética: “el género trágico de nuestro tiempo”, que ha servido como carta de presentación de una iconografía científica favorable a los intereses de la bioeconomía.(...).

El país con más buen rollo del mundo



Esto de arriba es la curva de vida de las drogas legales en Estados Unidos, desde 1912, cuando Bayer lanza el primer barbitúrico, hasta 2007, fecha en la que se cuentan en el mercado 50 y tantas composiciones diferentes, entre anxiolíticos, antidepresivos, estimulantes, antipsicóticos y estabilizadores del humor. Lo he sacado de una vieja Wired aparecida junto a los materiales con los que empecé la investigación para Soft Power. Al final no ha cuajado en nada concreto pero en su momento me sirvió para hacerme una idea de las dimensiones de la industria de las tecnologías soft. O sea, de la cantidad de pasta de la que estamos hablando.

Como dice el artículo que lo acompaña, "puede que América sea la tierra de Mickey Mouse y Goofy, pero los US no son exactamente el lugar más feliz de la tierra". Los antidepresivos son las pastillas más usadas, con 227 millones de recetas sólo en 2006, de los cuáles el más popular sigue siendo el Prozac. Ganan terreno los anxiolíticos y los fármacos para tratar los "desórdenes de comportamiento" (como el síndrome bipolar y la epilepsia) que están entre los 10 medicamentos más recetados. Lo que más rápido crece son los medicamentos contra los desordenes de hiperactividad (con 36 millones de recetas). Sin embargo, un dato importante: la innovación se ha ralentizado. Muchos de los "nuevos" medicamentos en realidad son reformulaciones de fármacos que ya existían y no moléculas "de nuevo cuño".

El texto de Wired lo firma Patrick di Justo y el gráfico Catalogtree. Para ver la imagen en grande pincha sobre ella (merece la pena, dan ganas de atracar farmacias).


Reproduzco a continuación un comentario aparecido en el blog de Soft Power porque no tiene desperdicio. Es a propósito de Faith Wilding, una de las componentes del colectivo ciberfeminista subRosa que presenta un par de piezas en la exposición de la Sala Amárica y que estarán también, en carne y sangre, en Vitoria. Añado al final algunas referencias más, para situarse.
Supongo que Faith wilding estará hasta los ovarios de que todo el mundo le hable de ‘waiting’ pero quizá interese esta historia.

En 1993 Negu gorriak saca nuevo disco, en él hay una canción que enseguida es conocida por todxs; Itxoiten.
Aparte de la letra en el librillo que acompaña al cd aparece un comic. Aparentemente se han inspirado en él para esta canción:
http://www.negugorriak.net/archivos/labur.htm

En este enlace podéis ver una mala imagen del mismo para que alucinéis. Es claramente la performance de la Wilding.
Negu solo cita al autor italiano:
“un comic firmado por Valente y Borotto titulado originalmente “En attendant” (aparecido en la desaparecida revista francesa de comics “(A Suivre)” en el número 17 publicado el 01/06/1979)”.

No creo que quisieran invisibilizarla. Probablemente, desconocimiento. Del autor italiano ya tengo más dudas (el texto no es exactamente igual)

Aún así, ya que andará por aquí igual le interesa saber que una performance feminista legendaria pero minoritaria inspiro a un italiano para hacer un comic francés(?) y a unos músicos para hacer un clásico del rock euskaldun.
Como siempre, su nombre ha sido excluido de esta historia artística.
La minihistoria que refleja claramente la macrohistoria.
Más referencias:
El poema-performance "Waiting" de Faith Wilding. Womanhouse, 1972.
Sobre el cortometraje "Itxoiten".
Aquí se puede leer la letra de "Itxoiten" en castellano.

Las fotos de la expo. Primera parte.


Con Natxo Rodriguez montando los pufs media hora antes de abrir la sala (el tipo de cosas que no te cuentan en esos masters de comisariado).

Sí, ya sé que no blogueo sobre nada más. Pero es que no hago nada más. Estas son las fotos de la exposición, del montaje, de la inauguración. Y seguiremos subiendo. Todas las fotos en nuestro flickr.

Como dice el cartel, la señora comisaria (o sea, yo) tiene el placer de invitaros a todos a recorrer con ella la exposición "Soft Power. Arte y tecnologías en la era biopolítica". Una forma diferente, divertida y por supuesto formativa de introduciros en el nucleo duro del poder blando de la mano de las obras expuestas en la muestra.

Las visitas guiadas serán los días 15 y 23 de octubre a las 18h00 en la Sala Amárica de Vitoria-Gasteiz. Son gratuitas y durarán aproximadamente 30min, según lo charlatanes que seais. Es imprescindible apuntarse enviándome un email a :
mariaptqk(arroba)gmail(punto)com.




Y los dos días, programa doble:

jueves 15 de octubre:
18h00 Visita guiada. En la Sala Amárica
19h00 Proyección de "El mundo según Monsanto" de Marie-Monique Robin, el documental imprescindible sobre el gigante del biotech (más info aquí). En el Archivo del Territorio Histórico de Álava.

viernes 23 de octubre:
18h00 Visita guiada. Sala Amárica
19h00 Presentación de "La Bella Durmiente", publicación especial realizada por el colectivo Bureau d'Etudes para "Soft Power". Un ensayo en forma de periódico sobre el hechizo de la industria biotech y la relación de nosotros humanoides con las otras formas de vida (más info aquí). Con Bureau d'Etudes. En el Archivo del Territorio Histórico de Álava.

Soft Power: ya está online el programa completo!



Ya está online el programa de "Soft Power. Arte y tecnologías en la era del biopoder", el proyecto que comisarío para Proyecto Amarika y que me tiene apartada de la calle, de los bares, del facebook y de todos los lugares de perdición y entretenimiento.

En la exposición principal, que se puede visitar del 1 de octubre al 6 de noviembre 2009, están subRosa, Bureau d'Etudes, Sally Gutierrez, Boryana Rossa y Rachel Mayeri.

Además de la expo, hay más actividades. Proyectamos dos documentales sobre la industria de los transgénicos ("Nosotros alimentamos el mundo" y "El mundo según Monsanto"). Hemos editado una publicación especial que parece un periódico pero en realidad es un ensayo. Se llama "La Bella Durmiente", está firmado por Bureau d'Etudes y lo presentamos el viernes 23 de octubre. El colectivo ciberfeminista Subrosa montarán un laboratorio de células DIY el viernes 30 de octubre y un día antes, jueves 29, impartirán una conferencia en el Centro Cultural Montehermoso (¡no te las pierdas que son muy buenas!). Y de cierre, a otra grande: Beatriz Preciado, presentando su imprescindible "Testo Yonki".

Y del 26 de noviembre 2009 al 18 de enero 2010, una bola extra: expo documental en la sala del Archivo del Territorio Histórico de Àlava (de la que aún no podemos decir ni mu).

Cada día consumimos alimentos genéticamente modificados, con restos de hormonas, antibióticos o sustancias químicas que los hacen más atractivos en el mercado. Diseñamos nuestros cuerpos mediante prótesis, implantes, cirugía plástica, tratamientos anti-edad, cosméticos. Modificamos nuestra psique y nuestro estado de ánimo con fármacos, drogas sintéticas y anti-depresivos y nuestra sexualidad con preparados hormonales como Viagra, la píldora anticonceptiva o tratamientos de testosterona. En 2003, en el marco del Human Genome Project, se completó la decodificación del genoma humano señalando el inicio de lo que ya se conoce como el Siglo de la Biología, una era llamada a cuestionar los límites de lo natural y la idea misma de lo vivo.

La biotecnología, encarnada en la cultura del diseño del yo, nos devuelve al viejo sueño de la subjetividad programable, a la posibilidad de un destino dirigido por la genética y las ciencias de la vida. Con su promesa de una humanidad high-tech, abre un capítulo nuevo en la interminable discusión inaugurada por Michel Foucault en la década de los setenta sobre el concepto de biopolítica: el gobierno de las personas mediante el control de los cuerpos, las mentes y todos los aspectos de la vida, especialmente los que tienen que ver con la esfera de la subjetividad. Hoy, el mito del cyborg regresa diluido en productos de consumo cotidiano controlados por el mercado global de la bioindustria. Los centros de investigación almacenan y clasifican recursos biológicos como células, semillas, semen, óvulos, sangre, órganos o tejidos. Por su parte, las leyes de propiedad intelectual los excluyen del patrimonio común en beneficio de multinacionales farmacéuticas y agro-alimentarias que los patentan, manipulan y distribuyen en los centros de salud o las estanterías del supermercado. En la era del biotech, nosotros/cyborgs no somos sólo el resultado de un conjunto de técnicas y protocolos científicos sino un compilado de códigos culturales y relaciones sociales y económicas de alcance global. Una narrativa biopolítica a la que, en la última década, se ha sumado también el arte.

Soft Power como propuesta se ubica precisamente en ese lugar, el de las prácticas artísticas contemporáneas que exploran los nuevos lenguajes de lo biopolítico. Prácticas que investigan el encuentro interdisciplinar entre arte y ciencia pero también las condiciones reales de las investigación científica hoy: su impacto en las formas de vida, las categorías de la imaginación que moviliza y las redes internacionales de la bioindustria.

Este es el programa completo:

Exposición: subRosa, Bureau d'Etudes, Sally Gutierrez, Boryana Rossa y Rachel Mayeri
del 1 de octubre al 6 de noviembre 2009, Sala Amarika
Inauguración. Con DJ Plácida Yeyé
jueves 1 de octubre 2009, 19h00.
Sala Amarika

Proyección del documental “Nosotros alimentamos el mundo” de Erwin Wagenhofer
jueves 8 de octubre 2009, 19h00, Archivo del Territorio Histórico de Álava

Proyección del documental “El mundo según Monsanto” de Marie-Monique Robin
jueves 15 de octubre 2009, 19h00, Archivo del Territorio Histórico de Alava

Bureau d'Etudes: conferencia y presentación de la publicación “La Bella Durmiente”
viernes 23 de octubre 2009, 19h00, Archivo del Territorio Histórico de Alava

Conferencia de subRosa: "Bio-banking"
jueves 29 de octubre 2009, 19h00, Centro Cultural Montehermoso Kulturunea

Performance de subRosa: “Epidermic! Laboratorio de células DIY”
viernes 30 de octubre 2009, a partir de las 17h00, Sala Amárica

Beatriz Preciado. Conferencia y presentación de “Testo Yonki”
viernes 6 de noviembre 2009, 19h00, Archivo del Territorio Histórico de Alava.

Exposición documental
del 26 de noviembre 2009 al 18 de enero 2010,
Archivo del Territorio Histórico de Alava.

Primera etapa de Soft Power. Super/ada


Natxo Rodriguez, Pierre Bongiovanni eta ni (Foto: Ana Valdeolivas)

Ya pasada la típica depresión post-parto podemos decir que el monstruo nos ha salido bonito. Hemos cerrado la primera etapa de la aventura Soft Power con ojeras pero una sonrisa amplia y sincera. El público ha acogido muy bien la propuesta, la prensa también (aquí una selección de artículos aparecidos en los periódicos locales) y tanto Pierre como yo nos hemos ido de Vitoria flipando con el Proyecto Amarika (muchisimas gracias a Natxo, a Ana, a Cris y a todos los demás). De verdad que no es por pelotear - a estas alturas - pero lo de Amarika es una experiencia de gestión cultural que entusiasma, que merece ser contada y lo haré otro día, con mejor letra.

En la web de Soft Power también hay algunas fotos (para ver todas las fotos en flickr por favor, pincha aqui) y espero subir videos en los próximos días. Sigo actualizando desde Bilbao, en los HQ provisionales que me ha cedido Amaste dentro del work-in-progress "Una Mesa y Un Cable de Red y Soy Tuya Para el Resto De La Vida". A cambio sólo me obligan a escuchar rock radical vasco, los angelitos.


Soft Power. Arte y tecnologías en la era del biopoder

Pues ya está. Habemus flier, habemus web, habemus evento en el Facebook y todavía no habemus mailing porque tengo un sarao en mi lista de contactos que pa qué. Llevamos unos días muy intensos de intercambios de mails: con Natxo Rodriguez y Ana Valdeolivas de Proyecto Amarika que se ocupan de coordinar y de contestar a mi avalancha de e-mails; con Cristina que se encarga de la producción y tiene que encontrar las materias primas y los aceites esenciales que ha pedido el artista, Pierre Bongiovanni; con Iñaki de Creatta que ha entendido perfectamente el concepto gráfico y eso que no era nada fácil; con Raquel Meyers que lleva dos días instalada en mi casa picando html como una zombi y se ha currado una web super guapa (aunque yo en mi computadora veo las imágenes hechas un asco - alguien puede explicar esto? es un ubuntu 8.04 hardy heron con el firefox 3.0.10 y la resolución de pantalla está bien).
Es también una alegría haber empezado a recibir mensajes super estimulantes desde ya. Para los que no podais estar en Vitoria colgaremos fotos en la web y yo intentaré blogear pero no sé... ;-) Igual estoy muy ocupada colandome entre el público para que Pierre me dé un masaje.



Soft Power es un programa de actividades sobre la interseccion entre arte, tecnología y biopolítica que tendrá lugar en Vitoria-Gasteiz en otoño de 2009. Comisariado por Maria Ptqk para Proyecto Amarika.

Actividades de apertura:

Performance “Food action. 1000 calorías: 1€”
por Pierre Bongiovanni
Miércoles 10 de junio, 13h00
Sala Amárica

Sesión de masajes ayurvédicos

por Pierre Bongiovanni
Miércoles 10 de junio de 19h00 a 22h00
Jueves 11 de junio de 10h a 14h00
Sala Amárica

Conferencia “Presente de la ciencia, futuro del arte”
por Pierre Bongiovanni
Jueves 11 de junio, 19h00
Archivo del Territorio Histórico de Alava

Toda la información en: http://www.amarika.org/softpower
No podía más, estaba arañando la mesa. Pero ya lo puedo contar. Los próximos 10 y 11 de junio estaré en Vitoria presentando el proyecto curatorial en el que llevo trabajando los últimos meses, invitada por el Proyecto Amarika. Se celebrará en otoño y se llama “Soft Power. Arte y tecnologías en la era del biopoder”*. El grueso de la programación todavía está en la cocina pero huele muy, muy bien. Lo que hacemos ahora es sólo el principio: la presentación a prensa, más una conferencia y dos performances del artista multipistas Pierre Bongiovanni.


Esta no es la imagen de "Soft Power" pero no importa. Es de science-photo.com. Mis fotos favoritas de células son las de http://www.denniskunkel.com.

¿Una exposición sobre bioqué? Para situar: biotecnología es todo lo que tienes delante cuando abres la nevera o el cajón de las medicinas. El pollo que no sabe a pollo, las verduras que no saben a verduras pero tienen un color estupendo, la leche que se te olvida fuera de la nevera y no se pone mala ni pa dios, hasta el agua (la del grifo o la de la botella), todos los productos alimenticios ahora son de mentira. Contienen hormonas, transgénicos y sustancias químicas (y no, no hay nadie controlando sus efectos sobre la salud; pero eso sí: el tabaco mata). Y no sólo es la comida. La crema que te echas por la noche para que no te salgan arrugas, la pastilla que te tomas para no quedarte embarazada o la que se toma él para que se le ponga dura. La coca, los anxiolíticos, los anti-depresivos para que no estemos tristes. Los tampones, el desodorante, la depilación láser y unisex para que no se note que venimos de los monos. No nos hemos dado cuenta pero ya somos biotech.

La biotecnología ha entrado en el dominio de la vida cotidiana y se manifiesta en una poderosa cultura del diseño del yo que nos hace creer en un destino programable por la mano invisible de la ciencia, que nos vende promesas de excelencia (belleza, juventud, alto rendimiento en la cama y en el trabajo o bebés de ojos azules fabricados en un laboratorio) y nos deja acariciar el viejo sueño de una humanidad de alta definición. La fantasía del cyborg no es nueva. Desde Icaro hasta el monstruo del doctor Frankenstein o Robocop, los humanos siempre hemos deseado controlar el entorno y controlarnos a nosotros mismos, diseñarnos un futuro de perfección al amparo del tiempo, del sufrimiento o de la enfermedad.

Pero hablar de biotech es hablar de política. O más concretamente, de biopolítica, eso que el filósofo y homosexual francés Michel Foucault definió como “el gobierno de la población mediante el control de las cuerpos y de todos los aspectos de la vida”, sobre todo los que están más relacionados con la esfera de la subjetividad. Hablar de biotech es también hablar de geoestrategia y de economía, de leyes de propiedad intelectual y de la industria militar. Es hablar de la bioindustria, uno de los sectores comerciales más lucrativos de la actualidad que comprende el complejo agroalimenticio, el médico y el farmacéutico. Jacqueline Stevens escribe en “Tactical Biopolitcs”:
En agosto de 1945, dos bombas desarrolladas por el Manhattan Project fueron arrojadas en sendas ciudades japonesas. Inmediatamente, los militares estadounidenses enviaron equipos científicos para medir el impacto de las radiaciones mediante la recogida de datos epistemológicos sobre la salud de los supervivientes (...). En 1984 el departamento de energía de los Estados Unidos anunció que empezaría a investigar la representación del ADN para trazar con mayor claridad los efectos de las mutaciones genéticas provocadas por las bombas de Hiroshima y Nagasaki. Es así como del Manhattan Project surgió el Human Genome Project que en 2003 completó la decodificación del genoma humano. A finales de la década de los 80 y principios de los 90, las compañías farmacéuticas empezaron a vender el potencial de la recombinación del ADN a inversores de capital riesgo y en 1997 el Instituto Nacional para la Lucha contra el Cancer anunció que a partir de ese momento la mayor parte de su financiación se dedicaría a la investigación genética. Es entonces cuando explota la iconografía genética y la propaganda incesante que reduce a los seres humanos a una materia inerte, tan estúpida y controlable como las proteinas del arroz.
Como todo lo que se hace con el corazón, “Soft Power” es el resultado de mis obsesiones. Bebe sin disimulo de las fuentes de los medios tácticos, del ciberfeminismo, de la filosofía política y de la estrategia militar. Y hay dos personas que me han inspirado por encima de todo. Una es Faith Wilding, otra es Beatriz Preciado. A las dos, muchas gracias por escribir y por ser tan reales. En breve, la comisaria bloguera de regreso con más.

* La web está en proceso pero pongo el link igual. Esto es la dos punto cero, no? Que se noten las costuras.