domingo, junio 21, 2009
by ptqk
Una parte de mi infancia la pasé en un periódico de los de antes, donde trabajaba mi madre. Un sitio con una redacción llena de gente, en la que los periodistas fumaban puros, donde siempre todo el mundo tenía prisa y se gritaban para hacerse oir sobre el ruido infernal de los teletipos. Hoy, a pesar de mis cabreos con los medios y mi idilio con el blogging, todavía consumo mucha prensa, en papel y en pantalla, escucho radio, compro revistas y, aunque no veo la tele, intento enterarme de lo más interesante -aunque sea lo más casposo- en el youtube. Una de las profesiones que más respeto es la de periodista de verdad. Por todo ello, sigo con mucho interés
el debate abierto en los propios medios sobre el jaque que les ha metido la explosión digital.
El mejor argumento que plantean los medios tradicionales para su supervivencia es el de la profesionalidad, a saber: los bloggers y los curiosos amateurs facilitan información de campo, son frescos, rápidos y deslenguados. Pero los periodistas serios, los que merecen ser leidos y pagados por lo que hacen, son aquellos que aportan un valor añadido. Es decir, que además de información, manejan y distribuyen conocimento. Que poseen una cultura lo suficientemente amplia como para poder interpretar los hechos y relacionarlos. Que, a la marea digital de datos sin sentido, añaden eso tan preciado que se llama
criterio.
¿Por qué digo esto? Porque llevo una semana intentando comprender lo que ocurre en Iran y al final he tenido que meterme en la wikipedia para buscar rastros del nombre que es la clave de todo: Alí Akbar Hachemí Rafsanyani. No es que no lo digan. Hoy mismo El Pais dedica el primer reportaje de su suplemento interior a explicar
quién es este tío y qué relación tiene con la candidatura de Musaví y las revueltas populares. Decir, lo dicen. Pero todo el montaje editorial parece querer esconderlo para no quitar protagonismo a
la explicación más rompe-pistas que es la del pueblo iraní progresista pidiendo libertad a través de las redes sociales. Ese es el tema del artículo de opinión de hoy (de
Timothy Garton Ash que sólo cita a Rafsanyani de pasada:
"Todo esto no quiere decir que debamos sobre los motivos de conspiradores clericales como Hashemi Rafsanyani, cuyas maniobras ocultas forman parte importante de esta historia") y el de ayer (de
Shirin Ebadi, Premio Nobel de al Paz, o sea, titiritera de la alianza atlántica, que ni lo nombra). Ni en los titulares ni en los destacados aparece el nombre de Rafsanyani. El resultado es que si te limitas a ojear la prensa te quedas con la idea de que Musaví es un buen hombre -cuando en realidad es sólo un conservador al servicio de
el otro poder fáctico de la república de Irán, tan religioso como el de Ahmadineyad- y que lo que pasa es simplemente que la población, harta de tanto Corán, ha salido a la calle a protestar por sus derechos. Cuando la realidad es mucho más compleja.
An iranian film magazine from the 1970's de la Wikipedia Commons. Con pestañas postizas y pechuga.Volviendo a la crisis de la prensa, la cobertura de las revueltas en Iran demuestra dos cosas. Primero, que los supuestos profesionales tienen bastante poca idea de lo que pasa. Mientras se informan, intentan ganar tiempo hablando de Twitter y publicando fotos de chicas guapas con velo y pancartas. Echan mano de pasajes de Persépolis (lo juro que lo he oido esta mañana en la SER) y a Enrique Dans diciendo que "Twitter es incontrolable". En el mejor de los casos, te cuentan que Irán antes era Persia, que es un país islámico pero atípico, que tienen un programa nuclear y bastante experiencia en interferencias poscoloniales. Vamos, lo que sabe cualquier persona medianamente interesada en el mundo en el que vive. Pero
si buscas un buen artículo sobre la trama política, los lobbies internos, los intereses extranjeros o la cultura chií, te puedes quedar esperando toda la vida (bueno,
aquí hay uno, con esquema y todo). [Aunque seguramente la razón no es que no sepan, sino que no quieren que sepamos porque es mucho mejor para nuestros intereses no comprender nada del mundo islámico, así los podemos invadir y monitorizar todo lo que nos dé la gana, porque total son unos bárbaros - pero bueno, estos son mis ideas de mente conspiratoria].
Segundo, que los medios tradicionales no quieren ponerse demasiado serios porque de lo que se trata es de vender periódicos y lo que vende es el entretenimiento. Historias fáciles y comprensibles, sin demasiada profundidad, que con cuatro ideas sueltas ya puedes vacilar y sentirte un ciudadano de la era conectada. El problema es que el terreno de la información superficial y chapucera se suponía que era el de los bloggers, no el de los medios serios. Hay un clásico de la economía que es
la teoría de la ventaja comparativa de David Ricardo y que consiste en especializarte en lo que mejor sabes hacer y dejar que los demás hagan lo que mejor saben hacer ellos. El ejemplo típico es que Inglaterra no tiene que intentar producir vino porque le sale muy malo; es mejor que se dediquen a los telares -esto era antes de que existieran los chinos- y que compren el vino a Portugal. Y Portugal lo mismo: sólo hay que producir vino para exportar y comprar el algodón a Inglaterra. Lo que significa es que es un error táctico querer jugar a un juego que es la especialidad de tu adversario. Es mejor centrarte en lo que se te da bien y hacerlo lo mejor que puedas.
En realidad lo único que quiero es tener una buena razón para seguir comprando periódicos y no acabar pensando, como me ha pasado hoy, que el final del periodismo profesional no será porque los blogs copian a la prensa escrita, sino porque la prensa escrita se ha convertido en una mala copia de los blogs. Porque si después de zamparme dos periódicos enteros tengo que acabar en la wikipedia, la conclusión es desoladoramente clara: Internet 1 - Prensa 0.
** ACTUALIZACIÓN vía comentarios en el blog y en el Facebook**
Cuando informar no es fácil desde
Así son las cosas, blog del periodista Sergio Rodríguez:
Durante todo el fin de semana he tenido que informar, desde Madrid, de la situación en Irán. Con tres fuentes fundamentales: 1. Las agencias de noticias y medios estatales. 2. Los comentarios, fotos y vídeos que se publican en Internet. 3. La información de los medios occidentales que aún pueden trabajar allí, si bien con muchas restricciones. 4. Una colaboradora sobre el terreno. Seguir leyendo
The Times y las ganas de vomitar desde
Perogrullo, el blog de Pepe Cervera, también periodista:
Uno de los más antiguos y respetados representantes de la prensa tradicional acaba de sufrir un lapsus freudiano; uno de esos deslices inconscientes que según ciertas interpretaciones sicoanalíticas revelan las verdaderas profundidades del pensamiento. El egregio y venerable diario británico The Times ha publicado el nombre de un blogger después de ganar un juicio donde el susodicho intentaba mantener su identidad en el anonimato. Repitámoslo con otra terminología: el diario The Times ha llevado a juicio y ganado el derecho a publicar la identidad de una fuente que sabía con certeza iba a ser represaliada, y acto seguido lo ha hecho. Con todas las de la ley, sin duda, puesto que el tribunal que juzgó el caso determinó que no se cometía ilegalidad ninguna. Pero dejando un amargo poso de vómito en la garganta de cualquiera que piense un poco. Porque lo que es legal puede no ser moral. Y lo que ha hecho The Times es de una inmoralidad, de una bajeza y de un nivel de repugnancia tal que una profesión que considera ilustre a este periódico deja de dar pena. Si ésto es lo que se entiende por prensa, bien está que desaparezca, y cuanto más rápido, mejor. Porque da asco. Seguir leyendo.