miércoles, febrero 11, 2009
by ptqk
Andrew Ross, del que hablaba el otro día a propósito de la
creative under-class, es uno de esos autores con un olfato extraordinario, que le ha llevado, entre otras muchas cosas, a estudiar de cerca uno de los efectos de la post-globalización: la emergencia de las industrias creativas en China. Como todo en China, el proceso es contundente y será poco reconocido hasta que ya sea una obviedad tan monumental que no podamos negarla.
A medida que el gigante asiático se moderniza, los florecientes tiempos del Made in China empiezan a mostrar síntomas de decadencia. ¿Y qué viene ahora? Pues el Designed in China. Cartel de la exposición "China Design Now" en el V&A Museum de Londres en 2008.
Las “industrias creativas” han llegado a la agenda del gobierno y tienen nombre:
chuangyi gongye.
El sentimiento general es que para completar el Gran Salto Adelante, China necesita demostrar que es capaz de competir en el mismo terreno de juego y con las mismas armas que las grandes economías del planeta: los media y el entretenimiento. En 2001 el 9º Congreso Popular de la República China ratificó el concepto de “industrias culturales” (
wenhua chanye), casi una década después de que apareciera por primera vez en los papeles internos del Partido. Desde entonces la privatización de los medios de comunicación estatales y de Internet ha sido un tema político controvertido, según Ross “un juego del gato y el ratón” entre el gobierno y los lobbies más progresistas.
Los niños bonitos del Designed in China son la animación, el grafismo, las comunicaciones multimedia, la telefonía móvil (con varios cientos de millones de consumidores y potencialmente muchísimas más)
y los videojuegos (y un dato: el juego online ha sido reconocido como “deporte de competición” por la agencia estatal de deportes). Además, China posee
un enorme mercado lingüistico, tanto dentro como fuera de sus fronteras: esto significa literatura, cine, comic, prensa y cine en chino mandarin. Cierto que todavía hoy muchos de estos productos se importan de Estados Unidos pero la brecha cultural es tan grande que no siempre satisfacen los gustos del consumidor cultural chino: hombres y mujeres urbanos, con un nivel de estudios alto, inclinaciones artísiticas o intelectuales y un sentido patriótico ultra-desarrollado.
Uno de los obstáculos al desarrollo de las industrias creativas en China es la censura, a la que es especialmente sensible la industria de la creatividad. Al interior del establishment del Partido, muchos siguen negándose a abrir la caja de Pandora de la libre expresión. La versión oficial es que el
desastre de Tiananmen fue debido a la explosión de la fiebre cultural (
wenhua re). Y esto sigue pesando mucho. Pero casi todos saben, los de la vieja guardia también, que están jugando con las posibilidades de un sector potencialmente muy lucrativo. De momento, el sector creativo ya ha encontrado la forma de eludir la censura: intentar que sus producciones entren en el marco de actuación del Ministerio de Ciencia y Tecnología, mucho más laxo que el de Cultura.
“The Secret of the Magic Gourd” de 2007, la primera peli de la Disney para el mercado interior chino.
Otro de los obstáculos es la propiedad intelectual. Tal y como está organizado el mercado internacional de las patentes y los derechos de autor, la balanza no está de su parte.
Hasta ahora las empresas culturales chinas son más consumidoras que productoras de propiedad intelectual. Aún compran muchos derechos de reproducción y muchas patentes industriales pero la tendencia está invirtiéndose a un paso firme. El objetivo es dejar de basar el crecimiento en la imitación o la adaptación de invenciones extranjeras y fomentar la innovación nacional (que ellos llaman “independiente”: z
izhu changxin).
En 2006 el primer ministro declaró que la innovación independiente sería uno de los ejes del desarrollo económico chino para los próximos 15 años.Dicen los descreidos que tantas décadas de congelación
à la comunista no son un buen caldo de cultivo para la creatividad.
Sin embargo China cuenta con un impresionante patrimonio cultural: varios siglos de mitos, leyendas, heroes y fábulas populares que esperan el momento de verse convertidas en guiones de películas, series televisivas, animaciones para el móvil o videojuegos. Disney ya lo ha entendido:
“The Secret of the Magic Gourd” de 2007 (
ver el trailer), basada en un cuento infantil chino, ha sido realizada integramente en la República Popular y es la primera producción de Disney fuera de Hollywood. “The Secret of the Magic Gourd” ha sido inicialmente concebida para el mercado nacional pero, visto el tirón del
asian mood, es posible que no tarde en exportarse a otros paises, incluidos los occidentales.
Más en Andrew Ross “Nice Work If You Can Get It. The Mercurial Career of Creative Industries Policies” en MyCreativity Reader.