Facebook Manual de Uso I. Facebook no es una red social

La blogosfera está muy irritada con Facebook, y no es para menos. Acostumbrados como estábamos a campar a nuestras anchas por el mar de la información, con nuestros amables editores que se dejan customizar hasta las amigdalas, los maravillosos lectores de feeds que te traen cada mañana toda la información que te interesa y sólo la que te interesa, esto de Facebook es un asco. Cambia tus aplicaciones sin avisarte, te añade otras que no has instalado, no te deja ordenar tu contenido, ni siquiera tiene un sistema de mail decente, por no hablar del chat. Y lo peor: permite que hordas de newcomers sin ninguna noción de net-etiquette echen por la borda años de trabajo militante por hacer de la red un espacio de socialización sostenible. Estoy de acuerdo, es una mierda.

Pero es que sobre Facebook se han creado muchas expectativas irreales. La primera y la más problemática es creer que es lo que dice ser: una red social. No es algo exclusivo de Facebook, es un malentendido que afecta a toda la web social, que de social no tiene nada más que el nombre. Las aplicaciones de nueva generación -o dos punto cero o cómo las queramos llamar- son sólo un nuevo modelo de negocio digital que utiliza la socialidad como recurso. Es diferente.

Facebook no es una plataforma de networking. Facilita el networking, pero ese no es su objetivo principal. Por eso no permite, por ejemplo, que los usuarios customicen las aplicaciones o que creen ellos las relaciones entre grupos o que reciban información automatica sobre los grupos que han creado (nuevos usuarios, nuevos comentarios en el wall, nuevos enlaces). Tampoco deja seleccionar de forma personal las informaciones que se reciben en los feeds (existe una pestaña para editar, con poquísimas posiblidades). Los grupos, las causas, las peticiones tampoco están relacionadas entre sí salvo de forma automática (o sea dirigida por el propio Facebook). Facebook tampoco permite las acciones colectivas. Tal y como está diseñada ahora la arquitectura de Facebook, es casi imposible organizar acciones como la que le obligó a eliminar Beacon por petición masiva de los usuarios. Hoy algo así sería muy difícil.

Facebook es entretenimento. El objetivo es que pases el mayor tiempo posible dentro de su web. De ahí los últimos cambios en los enlaces compartidos, que ya no remiten a la web original sino a una réplica de la web original dentro de la propia web de Facebook. A Facebook hay que ir a distraerse. Y hay que reconocerle su mérito: para los que pasamos el día delante de la pantalla, es perfecto. En un clik dejas el procesador de textos o el photoshop o la hoja de cálculo y te das una vuelta por los perfiles de tus amigos. Te ves un video, hojeas un post, chateas un rato. A veces tienes suerte y encuentras alguna información que te interesa o, si tienes mucha más suerte, consigues que algo que tú has enviado llegue a las personas que de verdad deben recibirlo. Y después vuelves a lo que estabas haciendo.

Creo que si empezamos a pensar en Facebook como entretenimiento de masas, la cosa cambia. No es que deje de tener importancia todo lo demás (que te roba tus contenidos, que vende tus datos, que es el mayor experimento de espionaje de la historia, que está infiltrado por la CIA que será verdad). La sociedad de la vigilancia es una realidad pero, no sólo Facebook: Google, Google Earth, Google Street View, las comunicaciones via satélite (o sea casi todas), la telefonía móvil y hasta los cajeros automáticos. Todas las conexiones telemáticas son tentáculos de la sociedad de la vigilancia. Sólo hay que usarlas sabiendo lo que son. Y sobre todo lo que no. Mientras, creo que saber cómo funcionan de primera mano es una prioridad activista, al menos en mi agenda activista personal (pero sé que predico en el desierto, aunque aún no me he desinstalado el IRC).

"Excuse me, are you famous?" es una de esas exposiciones que huelen al sentir de los tiempos.
"Desde las vanguardias, somos conscientes de que el arte está rodeado es contextualización. Desde el final de los 90, se hizo evidente que el comisario ya no es simplemente alguien que organiza exposiciones y dispositivos museísticos sino que tambien tiene capacidad para manipular el gusto, influir en la carrera de los artistas y a veces se convierte en una estrella más grande que los artistas que expone. "Excuse me, are you famous?" revisita esta tendencia del arte contemporáneo y añade un tono lúdico a la discusión sobre el juego de poder entre comisario y artista."


En "Excuse me, are you famous?" las posiciones de artista y comisario se diluyen. Por un lado, la sala expositiva es un espacio de artistas en la que es el comisario quien depende de los artistas y no al revés. Por otro, la temática de las piezas muestra el modo en que las selecciones influyen en la fama al comisario, dejando en un segundo plano la línea curatorial de la exposición. Todas las piezas son retratos de la comisaria de la exposición, Kathrin Becker.

Participan: Yuri Albert (Moscow/Cologne), Andrej Barov (Munich), Sergio Belinchón (Berlin), Manuel Bonik (Berlin) (t.b.c.), Ramesh Daha (Vienna), Barbara Davi (Luzern) (t.b.c.), D. David (Brussles/Berlin), Alyssa De Luccia (Berlin), Shahram Entekhabi (Berlin), Claudia Hart (New York), Anton Henning (Berlin), Leung Chi Wo (Hong Kong), Jin Lie (Berlin), Shirin Homann-Sadaat (Berlin) (t.b.c.), Vladislav Mamyshev-Monro (Moscow), Rémy Markowitsch (Berlin/Luzern) (t.b.c.), Alfred Müller (Pforzheim), Nils Nova (Luzern), Timur Novikov (…) (St. Petersburg), Pirate Television/PTV (St. Petersburg), Maya Roos (Berlin/Luzern) (t.b.c.), Anatolij Shuravlev (Moscow/Berlin) (t.b.c.), Joulia Strauss (Berlin), Andrea Sunder-Plassmann (Berlin), Christel Sverre (Oslo and Trondheim/N), Santiago Ydáñez (Berlin), Sula Zimmerberger (Vienna).

Invaliden1 Gallery, Berlin. Hasta el 21 de febrero de 2009.

Una historia del vibrador


Renaissance instruments for submifigation. From Ambroise Paré, L'Opera ostetrico-ginecologica d'Ambroise Paré, ed. Vittorio Pedore (Bologna: Cappelli, 1966).

En mi cuaderno de notas he encontrado algo que no puedo dejar de compartir. Es el título de un libro que me recomendó Faith Wilding en uno de nuestros largos desayunos en Ljubljana ("de lectura obligada en mis clases"): "The Technology of Orgasm. Hysteria, the Vibrator and Women's Sexual Satisfaction" escrito por Rachel P. Maines en 1999.
Desde el tiempo de Hipócrates hasta los años 20, masajear a las pacientes femeninas hasta el orgasmo era una práctica corriente entre los médicos occidentales para el tratamiento de la histeria, una enfermedad común y crónica entre las mujeres. Los médicos se resistían a esta práctica porque requería mucho tiempo y durante siglos la ejercían las comadronas. Más tarde, la sustituyeron por sistemas mecánicos incluyendo el vibrador eléctrico, inventado en la década de 1880. En "The Technology of Orgasm" Rachel Maines ofrece a los lectores una versión estimulante, sorprendente y a veces divertida de la histeria y sus tratamientos a lo largo del tiempo, incidiendo en el desarrollo, el uso y la pérdida de reputación del vibrador como práctica médica legítima.[Reseña en Google Books traducida por mí].

The ascending douche at Saratoga, about 1900. From Guy Hinsdale, Hydrotherapy (Philadelphia: W. B. Saunders, 1910).

El primer capítulo se puede leer aquí y las primeras 80 páginas en Google Books. Y aquí una crítica del libro por Gina Ogden de la que reproduzco algunos fragmentos:
It is this medical control of women's sexuality that is the particular focus of Maines's book. She outlines the history of hysteria (from the Latin word for womb) as a disease paradigm from the ancient world through Freud, and beyond. "Wombe Furie is a sort of madness, arising from a vehement and unbridled desire of Carnal Imbracement," observes a seventeenth century medical text. Its sure-fire remedy was sexual intercourse. That failing (if, for instance, a woman's husband was impotent or if a woman was a nun), removing the symptoms of "unbridled desire" became the special responsibility of her doctor. He (sic) was expected to bring her to orgasm using a manual technique dating from the 1500s, and probably far earlier. Thus evolved an extraordinary phenomenon between physicians and certain of their women patients—periodic therapeutic masturbation sessions. Today, this kind of relationship would be labeled sexual misconduct, and it would hopefully land the doctor in deep trouble.

If you think all of this is bizarre, the medicalization of sexual normality is with us in full vigor today. Spurred by the success of Viagra, the trend in medical circles is increasingly to regard sex as a disease—that is, any kind of sex that doesn't measure up to the intercourse-followed-by-orgasm standard agreed to by the medical powers that be. It is no secret that this standard leaves out many women, for instance, women without partners, women with women partners, many post-menopausal women, and women who don't enjoy penile penetration for whatever reasons. But by medical standards, all of these women are considered to be suffering from some sexual disorder or other. To offer an example of what feels like modern day hysteria, a new professional society has been formed under the auspices of B.U. Medical School. Its name is: Female Sexual Dysfunction Society (FSDS). I'm not joking. It makes one wonder exactly what you have to do to join up. Is there a hazing process? Can you get discounts with a family membership? Are you rudely dropped if you get functional? What happens if they find out you own a vibrator?

Ahora que Natalie Jeremijenko va a estar en el Medialab de Madrid recuerdo que nunca llegué a escribir sobre Ozz, el proyecto que presentó en el City of Women de Ljubljana el pasado mes de octubre. Jeremijenko es una ingeniera pasada a artista que diseña interfaces tecnológicos para interactuar con el entorno. En Ozz, reinventa el concepto victoriano del zoo y nuestra relación con los animales en los parques de las ciudades y lo hace, sobre todo, ayudada por niños, los humanos mejor capacitados para aprender otros lenguajes. A diferencia de los mayores, ellos aún son capaces de imitar el sonido de un pato y aprenderlo antes que una computadora. En el parque de Ljubljana sacó sus patos cyborg (con ruedas, cámaras, micros y altavoces incorporados) y su colección de silbatos (con una amplia gama de sonidos: hola amigo / fuera de mi territorio / quiero sexo ahora...) para entrar en contacto con los dos habitantes del lago.



El punto de partida de Ozz es sorprendente: con la transformación de las ciudades éstas se han convertido en lugares mucho más habitables que el medio natural. Tanto que algunos animales van a parar a los parques de las urbes más enormes del planeta buscando lo que fuera de ellas ya no pueden encontrar: alimento, plantas y espacios seguros para reproducirse y cuidar de sus crías. En plena era cyborg, bichitos y humanos habitamos los mismos espacios naturales, los pocos que nos quedan. Bonita paradoja.
Tatiana Bazzichelli (Roma 1974), es periodista, socióloga de la comunicación y experta en network culture, hacktivismo y netart. Es la coordinadora de AHA (Activism-Hacking-Artivism) y ha organizado, entre otros, HACK.Fem.EAST (Berlin, 2008) y Cum2Cut (Berlin, 2006-2008).

"Networking. The Net as Artwork" está editado por DARC, Digital Aesthetics Research Center (Aarhus University).
Edición en inglés descargable en PDF aquí.









Networking significa crear redes de relaciones donde el editor y el lector, el artista y la audiencia actuan en el mismo nivel. El libro es un primer intento de reconstrucción de la historia del networking artístico en Italia a través del análisis de poryectos de arte y media que durante los últimos veinte años han dado lugar a un uso creativo, compartido y consciente de las tecnologías, desde el vídeo a las computadoras, contribuyendo a la creación de las comunidades hackers italianas.

El network italiano propone una forma de información crítica, diseminada a través de proyectos colectivos e independientes donde la idea de libertad de expresión es central. En Italia, gracias al uso de Internet, se ha formado durante los útlimos veinte años una amplia red de personas que comparten puntos de vista políticos, culturales y artísticos.

El libro describe la evolución del hacktivismo italiano y la net-culture desde los 80 hasta hoy. Proporciona una reflexión del nuevo rol del artista y el autor convertidos en networkers, operando en redes colectivas, reconectando las prácticas de neovanguadia de los 60 (primer y posterior Fluxus) pero también el Mail Art, el Neoismo y Luther Blisset. Un camino que comenzó los BBBs, plataformas web alternativas que después se transformaron en Hackmeetings, Telestreets y networking art con artistas como 0100101110101101.ORG, [epidemiC], Jaromil, Giacomo Verde, Giovanotti Mondani Meccanici, Correnti Magnetiche, Candida TV, Tommaso Tozzi, Federico Bucalossi, Massimo Contrasto, Mariano Equizzi, Pigreca, Molleindustria, Guerriglia Marketing, Sexyshock, Phag Off y muchos otros.