Los American Psycho de la economía global
jueves, abril 29, 2010 by ptqk
Dirigida por el fundador de Wallpaper*, el snob y muy bien informado Tyler Brûlé, la revista Monocle encabeza mi lista de lecturas viciosas. En la portada se define como “a briefing on global affairs, business, culture & design” pero secretamente Monocle va de inversiones. No de las de comprar pisos para reformar en barrios gentrificables de ciudades de moda, ni franquicias de telefonía móvil, ni parques temáticos en reservas naturales o rollos así de nuevos ricos a lo Gil y Gil. No. Inversiones de qualité. Por ejemplo: una clínica de trasplantes en Abu Dabi, un periódico financiero en Singapur, un estudio de arquitectura sostenible en Noruega, una empresa familiar de alpargatas hechas a mano en Menorca, una galería anticuaria en Johanesburgo, un restaurante de comida macrobiótica en Rio de Janeiro.
En Monocle son tan elegantes que nunca utilizan las palabras comprar o vender, jamás hablan de dinero, los términos crisis, recesión o decrecimiento sencillamente no forman parte de su vocabulario. Son auténticos ganadores que conversan entre ellos sobre los buenos pequeños negocios que hay por hacer en el mundo, despiadados e impecables, con estilo y naturalidad. De todo lo demás no se dan por enterados.
En Monocle son tan elegantes que nunca utilizan las palabras comprar o vender, jamás hablan de dinero, los términos crisis, recesión o decrecimiento sencillamente no forman parte de su vocabulario. Son auténticos ganadores que conversan entre ellos sobre los buenos pequeños negocios que hay por hacer en el mundo, despiadados e impecables, con estilo y naturalidad. De todo lo demás no se dan por enterados.
La compro de vez en cuando en los aeropuertos muy internacionales y la leo siempre dos veces, en el sentido inverso en el que se hacen las lecturas en profundidad. Primero la leo entre lineas, la meta-leo. Por ejemplo, un artículo sobre Kaliningrado empieza así: “Es un enclave aislado del viejo bloque soviético rodeado de países europeos más solventes. Su futuro es incierto, ¿instalación militar o centro de vacaciones? Pero con un liderazgo dinámico y amplias inversiones, Kaliningrado puede sacar partido de su alejamiento”. Traducido: Kaliningrado ofrece una buena situación geográfica para el import-export, poca atención mediática, salarios de mierda, una democracia floja y corrompible y un status-quo asegurado por las bases de la OTAN; es decir, un caramelo. Y así todo el rato, peinando cada rincón del planeta. Luego la leo de nuevo en sentido literal, que viene a ser como la edición extra-lujo del Vogue Italia con mejor gusto, porque el Señor Brûlé detesta las cosas hechas en China y le chifla la artesanía chic: muebles ergonómicos de madera de un árbol fabuloso que sólo crece en las alturas andinas, americanas a medida de lana de ovejas irlandesas de crianza tradicional, cuberterías japonesas de serie limitada. Para colmo, la maquetación, la fotografía, el diseño de impresión, todo es casualmente cool, una mezcla entre la pionera Colours y los anuncios de American Apparel.
La portada de Fortune del ránking de las 500 empresas más poderosas del mundo en 2010, dibujada por Chris Ware y censurada. Para verla en detalle aquí.
Porque no tiene escrúpulos ni ideología, Monocle da un panorama del mundo -de lo que está pasando aquí y ahora- bastante más actual que cualquier fuente de la vieja izquierda al estilo por ejemplo de Le Monde Diplomatique, y lo digo sin ninguna ironía. Una visión del mundo sesgada, incompleta, pero que señala con mucho tino los puntos bisagra del mapa geopolítico (no dónde hay barullo sino precisamente dónde no lo hay), los flujos de capitales (en qué dirección se está moviendo el dinero) y los estilos de vida y consumo (que primero circulan a pequeña escala antes de saltar al ikea, al zara, a la guía turística o al estante del supermercado). Es un ejercicio de perversidad tan bien hecho, tan fino, que me da miedo. Porque sé que esta es la forma en la que se expresa algo que, en defecto de un significante mejor, podemos llamar la nueva derecha. Que no son pro-vida, ni falangistas, ni de la asociación del rifle. La nueva derecha son estos mercenarios con zapatos italianos y en el bolsillo la tarjeta Dinners Club. No parecen conservadores porque no lo son. No tienen opiniones, no tienen vergüenza, no tienen complejos y no tienen dudas. (Y parece mentira pero a estas alturas aún es necesario recordar que el liberalismo no es estar a favor del sexo en grupo sino de la desregulación de los mercados, la vieja ley de la selva en la que los fuertes siempre ganan y si no lo eres ya te puedes dar por jodido, aplicada a escala planetaria).
El cerebro detrás de Monocle es Tyler Brûlé (aquí entrevista), mucho más que un cool hunter: un todoterreno de "el negocio de hacer negocio" que como buen personaje tiene detrás su pequeña historia de supervivencia. Nacido en Canadá, crecido en Reino Unido, empezó de periodista y perdió la movilidad de una mano cubriendo la guerra de Afganistán. Además de fundar Wallpaper* -emblemática publicación de tendencias de los noventa que hoy pertenece a la Warner- ha sido columnista de The Herald Tribune y The Finantial Times, ha dirigido agencias de diseño y consulting, ha hecho televisión, es miembro de consejos de dirección de empresas influyentes y en 2006 ocupó el puesto nº37 en la lista de los gays y lesbianas más influyentes del mundo. Un mundo que, efectivamente, está cambiando a una velocidad vertiginosa. Y sí, lo escuché en una charla hace poco, no recuerdo a quién: hay que inventar palabras, revisar referentes y ponerse a estudiar economía.
La portada de Fortune del ránking de las 500 empresas más poderosas del mundo en 2010, dibujada por Chris Ware y censurada. Para verla en detalle aquí.
Porque no tiene escrúpulos ni ideología, Monocle da un panorama del mundo -de lo que está pasando aquí y ahora- bastante más actual que cualquier fuente de la vieja izquierda al estilo por ejemplo de Le Monde Diplomatique, y lo digo sin ninguna ironía. Una visión del mundo sesgada, incompleta, pero que señala con mucho tino los puntos bisagra del mapa geopolítico (no dónde hay barullo sino precisamente dónde no lo hay), los flujos de capitales (en qué dirección se está moviendo el dinero) y los estilos de vida y consumo (que primero circulan a pequeña escala antes de saltar al ikea, al zara, a la guía turística o al estante del supermercado). Es un ejercicio de perversidad tan bien hecho, tan fino, que me da miedo. Porque sé que esta es la forma en la que se expresa algo que, en defecto de un significante mejor, podemos llamar la nueva derecha. Que no son pro-vida, ni falangistas, ni de la asociación del rifle. La nueva derecha son estos mercenarios con zapatos italianos y en el bolsillo la tarjeta Dinners Club. No parecen conservadores porque no lo son. No tienen opiniones, no tienen vergüenza, no tienen complejos y no tienen dudas. (Y parece mentira pero a estas alturas aún es necesario recordar que el liberalismo no es estar a favor del sexo en grupo sino de la desregulación de los mercados, la vieja ley de la selva en la que los fuertes siempre ganan y si no lo eres ya te puedes dar por jodido, aplicada a escala planetaria).
El cerebro detrás de Monocle es Tyler Brûlé (aquí entrevista), mucho más que un cool hunter: un todoterreno de "el negocio de hacer negocio" que como buen personaje tiene detrás su pequeña historia de supervivencia. Nacido en Canadá, crecido en Reino Unido, empezó de periodista y perdió la movilidad de una mano cubriendo la guerra de Afganistán. Además de fundar Wallpaper* -emblemática publicación de tendencias de los noventa que hoy pertenece a la Warner- ha sido columnista de The Herald Tribune y The Finantial Times, ha dirigido agencias de diseño y consulting, ha hecho televisión, es miembro de consejos de dirección de empresas influyentes y en 2006 ocupó el puesto nº37 en la lista de los gays y lesbianas más influyentes del mundo. Un mundo que, efectivamente, está cambiando a una velocidad vertiginosa. Y sí, lo escuché en una charla hace poco, no recuerdo a quién: hay que inventar palabras, revisar referentes y ponerse a estudiar economía.