Bookcamping. La cultura quiere ser libre



Bookcamping empezó en la cabeza de Silvia Nanclares, supongo que sin que ella se diera cuenta, un día del pasado mes de mayo. ¿Y tú, qué libro te llevarías a una acampada? preguntaba por Twitter. Aún estamos respondiendo -y digo estamos porque, por mil razones, este proyecto lo siento también mío- y la respuesta se ha convertido en una aventura.

Bookcamping es una biblioteca colaborativa nacida del 15M, donde ya hay varias centenas de libros, ordenados en varias listas de lectura que son tantas maneras posibles de reponder a aquella primera pregunta. Cada libro con su ficha, los de dominio público con su link de descarga. Si quieres proponer libros o listas, la puerta es grande, adelante.


Estas son las listas que hay hasta ahora (y vienen más):


Este es su llamamiento: 

#Bookcamping, biblioteca abierta y colaborativa nacida a la luz del 15M, ha llegado muy lejos en muy poco tiempo, y estamos muy contentas con su impacto y su capacidad de producir valor y conocimiento. Pero lo que se mueve más deprisa es el suelo de debajo de nuestros pies. La cultura y el conocimiento ya no son los que conocíamos. La cultura quiere ser libre. Y, nos demos cuenta o no, la cultura la producimos en red, la producimos socialmente.

Para que #Bookcamping pueda cumplir el papel que se ha propuesto, tiene que cambiar, adaptarse, repensarse y rehacerse. Para nosotras es fundamental que la propuesta pase a albergar únicamente contenidos 100% libres. #Bookcamping nació en las redes sociales, y debe volver a ellas. Necesitamos que la propuesta tenga una dimensión más social, más semántica, más bidireccional, que potencia las relaciones de producción e intercambio horizontales y rizomáticas.

Desde que empezó a dibujarse #bookcamping han llegado a nuestras orillas muchos tesoros, todos ellas en forma de regalo, de donación: reseñas, referencias, archivos, programación, comunicación, gráfica, ilustraciones, ideas, listas, artículos, menciones… Regalos basados en la filosofía del trabajo colaborativo, el compartir y en la posibilidad de redistribuir conocimiento, información, y ¿por qué no?, amor. Ay, concepto peliagudo. Pues sí. Amor a los libros, al conocimiento compartido y socializado, a las letras, al pensamiento, a la ficción, a la cultura libre y a las islas que se mueven en medio del océano cuando nadie se lo espera. 

Y este su video de presentación:



El plazo acaba el 12 de diciembre.
Puedes aportar lo que quieras a partir de 5€.  
En la web de Goteo está toda la información sobre cómo colaborar y los retornos que recibes por tu aportación (desde una mención en los créditos, un poster, una camiseta hasta una serigrafía de Miguel Brieva).


Esto es la Virgen de Melun, perteneciente al fondo del Museo de Bellas Artes de Amberes. Para los historiadores del arte es un cuadro adelantado a su tiempo y lleno de enigmas. Para mí, es un caso de manual de historiografía feminista.

Lo pintó en 1450 Jean Fouquet, entonces artista-residente en la corte de Carlos VII de Francia por encargo de uno de los hombres de confianza del rey, el caballero Etienne Chevalier, que lo quería nada más y nada menos que para decorar su sepulto. Una fantasía semejante ya es, de por sí, sorprendente: voy a colgar un cuadro de una mujer semi-desnuda en mi tumba para que me haga compañía en el Más Allá. Cada cuál su rollo, por qué no. Pero lo más extraño es que la Virgen en cuestión no es otra que Agnès Sorel, la amante del rey de Francia, es decir, del jefe de Chevalier. Y no es todo: según dicen, Chevalier encargó el cuadro en cumplimiento de una promesa hecha a la propia Sorel en su lecho de muerte.

El equivalente contemporáneo sería como si Pamela Anderson, entubada en un hospital de Los Angeles antes de morir, coge de las solapas al secretario de Tommy Lee y le dice:
Júrame que cuando tú mueras, mandaras cubrir las paredes de tu nicho con un poster mío enseñando una teta. Uno de los debates es si Etienne y Agnès no tendrían en realidad una relación secreta a espaldas del monarca (porque ¿qué hace el secretario haciendo compañía a Pamela en el hospital? ¿dónde está Tommy Lee? ¿por qué quiere Pamela que sus fotos decoren el nicho del secretario y no el de ella misma, o el de su marido?). Lagarto, lagarto.

La lectura feminista, como suele pasar, está en otro lado. Parece fuera de toda duda que, cornudo o no, al monarca el cuadro no le pareció mala idea, puesto que a los pocos años nombró a Chevalier ministro de finanzas, convirtiéndolo así en uno de los hombres más poderosos del reino (o sea, que en lugar de liarse a hostias con su secretario, va Tommy Lee y le concede un ascenso). Mi duda es si, en esa conversación pre-mortem, la amante del rey y el caballero entraron en detalles sobre qué atuendo debía llevar ella en el retrato. O sea, si fue Agnès quien decidió pasar a la posteridad vestida de puta, o si por el contrario fueron el monarca, el pintor y el caballero quienes, con ella muerta, pensaron que la mejor manera de representarla era esa.

No es un detalle. Históricamente, las amantes de los reyes cumplían dos tipos de roles. Por un lado eran cortesanas, algo así como prostitutas de alto nivel, pero por otro eran personalidades de influencia que compartían los secretos de gobierno y participaban en sus estrategias. De hecho, según una cierta historigrafía feminista, las cortesanas fueron las primeras mujeres modernas pues gozaron de visibilidad pública y de derechos civiles mucho antes que las demás (por ejemplo, el derecho de propiedad privada y de administrar libremente su patrimonio; que en lo que llamamos países occidentales no se reconoció hasta bien entrado el siglo XX).

Sorel podía haber sido representada como un personaje histórico, con ciertos elementos que dejaran fuera de toda duda su identidad e institucionalizaran su relación con el reino: el blasón de la corona, un tapiz con imagenes de batallas, un trono con atributos de poder... Pero no fue así. Agnès Sorel ha pasado a la historia con el corsé desabrochado y, si es cierto que tiene un trono y una corona, estos son sencillos y decorados con perlas, símbolo de placer carnal. Retratándola de este modo, su persona y el contexto en el que se desenvolvió desaparecen. Lo que nos ha llegado hasta hoy no es la imagen de la personalidad pública de Agnès Sorel, y ni siquiera es el retrato de la puta del rey, puesto que no hay ninguna referencia a la corona. Desprovista de identidad, de símbolos institucionales y de elementos de espacio y tiempo, la persona Sorel se convierte en la simple representación de una idea: la de la amante anónima disponible para toda la eternidad.

Es un clásico de la crítica feminista que las mujeres no son sujetos inscritos en sus circunstancias, sino entidades abstractas, intercambiables y descontextualizadas. ¿Las cosas han cambiado? No tanto. Me pasó ayer mismo en una panadería de Bruselas. Había cola y un señor que estaba en la puerta nos cedió el paso, primero a otra mujer y después a mí. Pero cuando nos íbamos, ella con su baguette y yo con mi croissant calentito, el hombre nos montó un pollo todo ofendido reprochándonos que nos habíamos colado. ¡Encima que les cedo el paso, se cuelan! El señor chillaba, el panadero se reía y yo me quedé hecha un lío hasta que lo entendí. Estaba tan mosquedo porque él nos había cedido el paso como concepto, como se cede el paso a la mujer, pero en ningún caso como a dos personas de carne y hueso que están detrás de él en la cola de la panadería. Si a un hombre le ceden el paso, pasa y punto. Pero si eres mujer (si eres un cuerpo socialmente leido como mujer, como precisan las Medeak), tienes que pararte a pensar que a lo mejor no te están cediendo el paso como a una persona que está haciendo cola aquí y ahora, sino como gesto simbólico, en abstracto. La idea de ceder el paso, que diría Miguel Noguera.

Hay espíritus simples que dicen que las mujeres somos, por naturaleza, más intuitivas y atentas a los detalles. No es verdad. Lo que pasa es que para desenvolvernos en este mundo cruel estamos acostumbradas a descifrar los mensajes implícitos que se esconden tras las situaciones más banales de la vida.

Por supuesto, a este debate subyace el del eje Virgen-Madre vs. Traidora-Puta. En la Wikipedia no hay página propia de Agnès Sorel. Aparece en un listado de las amantes de los reyes de Francia. En la Wikipedia en español Agnés Sorel no tiene página, pero en la Wikipedia en inglés y en francés, sí :-) Me lo acaba de chivar él, más rápido que las balas.