A ver cómo lo digo sin parecer una loca. Orsai es el proyecto literario en habla hispana más bonito del mundo; una de esas cosas que te cruzan la vida y sabes que se van a quedar, porque has entrado a formar parte de una aventura.

He dicho literario. En realidad ellos dicen revista literaria, pero a mí no me gusta que lo llamen así. Reconozco que nunca había leído una revista literaria antes pero me suena aburridísimo, como de gente que se toma muy en serio y que escribe ahí un poco sin ganas, como un rito de paso profesional o para darse a conocer, muy utilitarista; y que además se las dan de compañeros de viaje (o de generación o de estilo o de lo que sea) pero en realidad te imaginas que si los dejaran juntos en una habitación demasiado tiempo se matarían a mordiscos. Pues aquí no, aquí se nota que se quieren.

Es que los de Orsai dicen tambien que invitan a escribir a gente a la que admiran pero es mentira. Que los admiran, sí, pero invitan a esos escritores y no a otros porque esos les caen bien. Todos los artículos son supremos, cada uno de ellos te hace el día, pero no están ahí por su excelencia. Están ahí porque a Hernan Casciari le da la real gana que para eso es su revista.

Casciari. Él mismo se define como “un gordo desastroso que se pasa el día en piyama y casi no sale de casa” y es un tío simpatiquísimo, aunque sea escritor. Hay que decir tambien que no es un escritor normal sino un escritor-bloguero: no un escritor que tiene un blog, sino un escritor y además un bloguero. De éxito, mucho, mucho éxito. Y un pionero de la literatura digital y un fanático de la tele y además argentino -afincado en Cataluña- pero no de Buenos Aires sino de Mercedes que es una ciudad que está cerca (en términos latinoamericanos, o sea un cerca muy relativo). También le gusta el fútbol. Yo le he pedido matrimonio en dos ocasiones por vía comentario, y no totalmente en broma aunque ya me daba cuenta de que con un gesto tan patético la estaba cagando de antemano pero igual por eso, por espíritu de contradicción. Ahora me he enterado de que tiene una mujer muy maja que se llama Cristina -que tambien trabaja en la revista- y lo he dejado, que tampoco me gusta molestar.

Entonces, la revista. En el nº 2, entre otras cosas, sale un reportaje alucinante sobre el presidente de Uruguay que es un tipo que vive en una casa de mierda -de mierda para los estándares de un presidente y de mierda en general- con su mujer, un perro cojo y una familia con hijos que como no tenían donde caerse muertos fueron a parar allí; un tipo que goza de un gran apoyo popular pero al que los encargados de protocolo no dejan hablar en público porque es un bocazas y en cuanto abre la boca la lía (y una historia de esas que te hace preguntarte a qué coño dedican su tiempo los editores de suplementos dominicales, además). Hay otra del biógrafo de Charly García, el famoso rockero argentino; otra sobre Seinfeld; otra del nieto de un periodista español que entrevistó al anarquista ucraniano Radowitzky en 1930 y se fue de putas y perdió el cuaderno y el nieto regresa a buscarlo, o lo que quede de él, 80 años más tarde... Paro con los espoilers. Todas las historias son maravillosas, super personales y casi siempre muy divertidas, y excepto una, ninguna es ficción.

Y luego está el blog de la revista donde te cuelgan vídeos de las reuniones editoriales que hacen en familia y en sobremesa, videos de la pizzería que han abierto en Sant Gervasi -porque la revista también tiene una sección pizzería, o al revés, no lo tienen claro- y otros videos que se hacen ellos para ir contando cómo va la impresión o el encuentro con los que ganaron el concurso del nº1. ¿Cómo conseguirla? Pues eso también es emocionante, porque no la venden en los sitios normales. Yo la encargué en la librería Joker de Bilbao, dejé una señal, y me la trajo un amigo cuando vino a visitarme a Berlin: todo esto hace que no estés sólo comprando una revista como quien se compra cualquier cosa, que pagas y te vas. Tienes que tomarte la molestia, para que te quede claro que estás tomando parte en algo singular (como dirían los expertos en marketing: participando en una experiencia colectiva). Es astuto, el gordo. Y generoso, te la puedes leer en línea o descargar aquí. Y también la tienen para tabletas, ebooks, teléfonos y tal.
Como mucha gente, llevo una semana de infarto, abandonando todo lo pendiente por razón de excepcionalidad (pido disculpas a editores y colaboradores varios: dedicarme a cualquier otra cosa me parecería una farsa), durmiendo poco, comiendo mal, tuiteando y retuiteando, blogueando, contestando mails, acudiendo a las asambleas de #acampadaberlin, leyendo crónicas y artículos y a pesar de todo, pensando mucho. Posiblemente, también, pensando sin demasiada lucidez, sintiendo más que pensando, se podría decir, o pensando con el cuerpo y los sentidos que es -y lo creo profundamente- la mejor forma de pensar; lo sé por experiencia: mis tripas son mucho más inteligentes que yo.

Esta semana he llorado tres veces. La primera, viendo el streaming desde Plaza del Sol el viernes a medianoche. La segunda, el domingo por la mañana leyendo las notas “de urgencia” de Amador Fernández-Savater, que no es que sean más emotivas que otras pero por alguna razón misteriosa me hablan con una intimidad sorprendente. La tercera, y la más imprevista y la más violenta, fue el lunes -parece que esto va ser diario y lo diré: no soy de lágrima fácil- al leer una frase de un texto de Fabián Casas publicado en el nº 2 de Orsai; una frase que, sacada de contexto es totalmente banal e incluso dentro de él tampoco es para tanto: “Mi padrino también era fanático de la radio”.

Que rompa a llorar como una tonta con una frase tan inofensiva supongo que tiene que ver con algo que se dice por ahí y que suscribo: esto es el inicio de algo, estamos de acuerdo, pero no viene de la nada. Cada cuál tiene su historia. La mía, en lo que al 15M se refiere, está directamente conectada con años de vida social a través de internet. Por vida social entiendo hacerse amigos, enamorarse, intercambiar lecturas, impresiones, canciones y cromos, crear espacio público y experimentarlo con sus límites y sus potencialidades, construir redes de afecto, abrirnos nichos de confianza, fundar familias distribuidas y solidaridades reales. Por a través de internet quiero decir con las redes sociales (también las de antes de que se inventara el término) como canal de comunicación y como territorio que siempre -y digo siempre- tiene su impacto en el lado de las cosas que se tocan. Lo llaman desvirtualizarse, pero es algo más: es crecer en común, es inventarnos juntos una posibilidad de vida, es lo que en palabras de otra generación se llama haber leido los mismos libros. Que no tiene nada que ver con libros, que quede claro, aunque ayudan. Tiene que ver con el lenguaje, con el lenguaje compartido que construye un punto de vista común sobre la realidad.

Pero esto pasa en las calles. Efectivamente, pero también: pasa en las calles, porque como decían en otro tuit, ya eramos en potencia una asamblea permanente. Pero esto pasa en las calles. Desde luego, y de ahí no nos vamos a mover, pero necesito (necesito) aclarar algunas cosas sobre qué es eso que pasa fuera de las calles y sobre lo que sigue pasando cuando parece que ya no pasa nada.

Dice Enrique Vila-Matas en un artículo publicado hoy que “los tuits son un atentado contra la complejidad del mundo que pretenden leer”. Lo dice, supongo, sin saber cuánto nos ha influido su literatura a los escritores de lo reticular y lo fragmentario, y quizás porque aún no ha entendido que la complejidad no está en un tuit -aunque los hay que nos unen con la fuerza de un eslógan- sino en la conversación que se teje en tiempo real entre millones de usuarios. Escribimos frases cortas -que por cierto, es un ejercicio de escritura excelente para los que como yo somos más de verbo largo- pero son frases cortas que se contestan unas a otras y que reenvian a frases mucho más largas, a blogs, a videos, a programas de radio, a playlists, películas y documentales, a artículos de prensa, a mediatecas digitales y a listas de lectura como esta, que incluyen referencias bastante más ricas y más complejas que la obra que Vila-Matas cita como biblia de los indignados: el “librito de menos de 30 páginas” de Stéphane Hessel que los medios generalistas proclaman como referente teórico del movimiento. Digámoslo rápido: ese libro es una referencia más, pero no es La Referencia Intelectual de las acampadas. Es la referencia que ha circulado entre los medios de comunicación generalistas y que ellos -que son los que necesitan explicaciones simplificadas, que les quepan en un artículo de prensa y hagan un buen titular- se han copiado unos a otros y han adjudicado al movimiento. Los medios corporativos son hoy mucho más simplistas que el más idiota de los tuits (Vila-Matas: te esperamos, no tenemos ninguna prisa).

Porque es verdad: tenemos todo el tiempo del mundo. Hay una cierta ansiedad, unas ganas de decir esto no sirve para nada y fortalece a la derecha, o sí porque mira qué batacazo se ha pegado el Psoe; una necesidad de análisis rápidos, carpetazos y conclusiones, de adjudicar a los cambios fechas concretas, de encerrar los procesos en estadísticas, de leer la conciencia política en términos de votos, siglas o papeletas nulas. Es cierto, estos días han sido un espectáculo por la cantidad de gente que ha tomado las calles y la rápidez y contundencia de los acontecimientos, y el espectáculo pasará: las acampadas en algún momento se harán menos numerosas o serán desalojadas, empezaremos a hablar y escribir sobre otras cosas, se pondrán de moda otros hashtags, ganarán otras siglas, harán oposición (o pudiendo hacerla, no la harán) otros partidos, parecerá que hemos olvidado. Pero una cosa es el espectáculo de la historia y otra es la historia misma. Porque olvidar, olvidar, sólo olvida la mente. Las tripas tienen una memoria prodigiosa, y un tiempo de digestión más largo.

Diré lo obvio. El 15M es un fogonazo más del cambio de época que, en esos libros de historia a que se refiere Vila-Matas, encontrará su hueco junto a otros acontecimientos mayores de los últimos 10 años y los que vengan. Pero lo que también pasará a los libros de historia -y que será digno de análisis, esta vez sí, con más de 140 caracteres- será el modo en que todos estos acontecimientos están cambiado para siempre el modo de ejercer y entender la práctica política. Que no es lo que hacen los partidos políticos, o el modo en que estos interactuan con los medios de comunicación, las empresas, los lobbies u otras esferas de influencia, no es eso que en el lenguaje común llamamos la política. La práctica política es la manera en que en cada sociedad se gestionan los asuntos que nos afectan a todos.

El ejercicio de la práctica política ha tenido muchas modalidades historicamente, algunas formales -que desde la modernidad más o menos se avalan con los mecanismos jurídicos y legislativos que conocemos- y otras informales, menos visibles, más porosas pero igualmente válidas e igualmente legítimas. Digo esto, en parte, en respuesta a un post publicado por Enrique Dans hace 2 días en el que cuestiona -con evidente nerviosismo- la legitimidad de la asambleas como órganos representativos. Las asambleas informales -no adscritas a una organización con personalidad jurídica- no son órganos representativos desde un punto de vista legal pero sí lo son desde un punto de vista político si entendemos lo político como el espacio y los mecanismos de debate y gestión de lo común. Que aquí y ahora esos espacios y esos mecanismos sean la democracia parlamentaria, sí. Que la democracia parlamentaria agote todas las modalidades de expresión y legitimación de lo político, no.


También en ese nº 2 de Orsai (que se puede leer en línea o descargar aquí) hay un diálogo entre Hernan Casciari, el editor de la revista, y su amigo de infancia y editor adjunto El Chiri, que dice así: “- Antes las revoluciones eran muy esforzadas. El Hombre Corbata era demasiado invencible. Los pueblos sojuzgados hacían revoluciones pero no pasaba nada realmente. Desde el Renacimiento, la cultura fue de los ricos, de los mecenas. Las guerras, de los poderosos. Las personas corrientes siempre fuimos monedas de cambio. Y ahora, de repente, hay una comunicación de base, pero de verdad. El Hombre Corbata intenta controlar, pero ya le cuesta, ya no puede como antes. ¿No te esa impresión? - Sí, pero no soy tan optmista como vos: el diablo también usa Twitter. No solamente el pueblo. Los presidentes siguen dándose la mano durante treinta segundos y fingiendo sonrisa y hablando en secreto. - ¡Pero la gente ya sabe la verdad! Y esto es la primera vez que ocurre, en toda la historia humana. El Hombre Corbata está en decadencia. El careta, el falso, el ruin. Ya no tiene todo el horizonte para hacer sus trapicheos”.

No quiero decir que lo que ocurre estos días sea el inicio de un mundo mejor; soy muy pesimista y estoy convencida de que vamos de cabeza al desastre (en general), pero precisamente por eso todos -todos- debemos tener la audacia y la responsabilidad de no mirar para otro lado y estar a la altura de los tiempos que nos han tocado vivir.

Guía rápida de iniciación a twitter

Por pasos
1. Hazte una cuenta.

2. Sigue a las personas que estén twiteando sobre los temas que te interesan. Esto es lo que se llama "seguir a un usuario" y se hace yendo a la página de twitter de esa persona y pulsando en el botón "Follow". También es útil echar un vistazo a las personas que siguen a ese usuario o son seguidas por él (o ella), porque seguramente tendrán intereses similares a los tuyos. Así te vas haciendo una red de gente que harán llegar mensajes a tu Timeline.
3. El Timeline es lo que ves en tu página de twitter. Son los tuits de las personas a las que sigues y tus propios tuits.
4. Si a otras personas les interesan tus tuits, empezarán a seguirte: son tus "followers". Cuantos más followers tengas, más difusión tendrán tus tuits.
5. Para enviar un tuit a una persona en particular, usa @ seguido del nombre del usuario. Ten en cuenta que ese mensaje será público, lo leerán todas las personas que te sigan.
6. Para ver los tuits que te llegan a ti, vete a "Mentions".
7. Para enviar mensajes privados vete a "Mensajes". Sólo puedes enviar privados a un usuario que también te siga a tí.
8. Retuitea. Si ha llegado información interesante a tu timeline, retuitéla pulsando el botón Retweet o añade "RT @nombre_de_usuario texto del tuit".
9. Consulta los hashtags. Los hashtags son esas palabras que aparecen así: #hashtag#. Son etiquetas para seguir hilos de información en twitter.
10. Consulta los Trend Topics. Los Trend Topics (TT) son los hashtags más populares del momento. Aparecen a la derecha y son distintos para cada país. Puedes seleccionar un país o la opción Worldwide, para ver los más populares en todo el mundo. Los TT priman la popularidad (la cantidad de veces que un hashtag aparece mencionado) pero también la novedad, por eso #spanishrevolution añade nuevos hashtags todos los días.
Bueno, y ya sábes: máximo 140 caracteres.

Para tuitear en #spanishrevolution
Añade a tus tuits el hashtag correspondiente, para que llegue a las personas que estén siguiendo ese mismo hilo de conversación, y el TT del momento, para darle más difusión al TT y mantenerlo ahí arriba!
Lista de los hashtags que se están usando en #spanishrevolution

Sigue el movimiento en tu ciudad
Las acampadas también están organizadas por ciudades, con hashtags (#ciudad#) o cuentas (@ciudad). Busca la de tu ciudad en los hashtags generales y si no existe, creala tú.
Más información sobre #spanishrevolution

Henrietta Lacks aka HeLa

La versión corta es que HeLa -se pronuncia Jiii Lah- es la línea celular más famosa del mundo, una de las más usadas en investigación biomédica y posiblemente la que más beneficios ha generado para el sector en los últimos 60 años. La versión extendida es menos científica y tiene nombre propio: Henrietta Lacks.



Nacida en una plantación de tabaco en la Virginia de los años veinte, Henrietta Lacks murió de cáncer en 1951, meses despues de que le fuera extirpada del cuello del útero una sección de tejido cancerígeno. Ese tejido es el origen de la línea celular HeLa, cuya excepcionalidad se debe a una razón sencilla: se reproduce por sí misma a una velocidad espectacular. Durante los años siguientes a la muerte de Henrietta, sus células fueron enviadas a todos los rincones del mundo, marcando el inicio del cultivo y la comercialización celular a escala industrial (desde los años cincuenta se han producido 50 millones de toneladas y su manipulación está en el origen de unas 17.000 patentes de productos farmacéuticos). La familia Lacks no tuvo noticia de todo esto hasta 1976, a raíz de un artículo publicado en la revista Rolling Stone.

En la aventura de Henrietta y sus células inmortales confluyen la historia de la esclavitud y las políticas raciales y sanitarias de los Estados Unidos -con sus hospitales solo para negros, sus experimentos médicos desaparecidos de los archivos- y los grandes nombres (personales y corporativos) de la investigación genética de las últimas décadas. Todo ello salpimentado de juicios sobre propiedad intelectual, estafas, convenciones de bio-ética, portadas de periódicos, tragedias familiares, muchas cifras -cifras de negocio, cifras de audiencia- y, de fondo, como escenario permanente, la cara B de la sociedad norteamericana: ese tercio de la población sin derecho a educación, asistencia sanitaria o cobertura legal que vive por debajo de lo que las estadísticas llaman “umbral de la pobreza”.

Adam Curtis le dedicó uno de sus documentales en los noventa: “The Way of All Flesh” (disponible para descarga). Pero el verdadero boom fue el año pasado con la publicación de “The Inmortal Life of Henrietta Lacks”, escrito por la periodista Rebeca Skloot tras una década de investigación, y sobre el que se prepara (ya) una película producida por Oprah Winfrey y Alan Ball para la HBO. Skloot ha creado una fundación para financiar becas de estudio y cobertura sanitaria a los descendientes de Henrietta.